En el año 1999, primero del gobierno de José Nelson Murat casab, asumimos la dirección en Oaxaca del periódico “El Oaxaqueño”, órgano binacional (Los Ángeles California E.U.-Oaxaca, México). Fuimos fundadores de ese proyecto que nació a iniciativa e inversión total de un empresario oaxaqueño avecindado en Los Ángeles.
Había claridad en que la independencia y crítica al gobierno de Murat nos posicionaría. Así fue, durante poco menos de un año en que se sostuvo esa línea. Hasta que un tal Francisco Mendoza, corresponsal allá de la revista "La Crisis", encargado de la edición en los Ángeles, nos pidió hablar con Carlos Velasco Molina, director de Comunicación Social del gobierno muratista. No lo hicimos y hasta ahí llegamos.
Ese periódico entusiasmó a los migrantes y sus familias, teníamos correos y visitas a la redacción (calle Colón). Entre los golpes periodísticos para recordar citaré dos: Fuimos los únicos en cubrir con amplitud el intento de asesinato en Chalcatongo de Hidalgo al entonces Senador perredista, ex candidato adversario de Murat al cargo de gobernador, Héctor Sánchez López.
El otro caso se dio con Santa María Zoquitlán. Ciudadanos de ese lugar nos relataron como cada año las lluvias hacían crecer el rio y quedaban incomunicados. Se lanzó a través de “El Oaxaqueño” una convocatoria y la respuesta fue inmediata: se formó un comité recaudador de dólares. Un par de años más tarde el puente fue inaugurado.
Iniciamos también una columna política que tuvo algún éxito: “Correo de Oaxaca”, era como una misiva enviada a los paisanos migrantes, misma que al abandonar nosotros “El Oaxaqueño” desapareció. En Noticias, Voz e Imagen de Oaxaca, proseguimos con otra: “Crónicas de la Ínsula”.
Al culminar el sexenio muratista, Carlos Velasco se asumió como editor crítico y sin permiso tomó el nombre de nuestra antigua columna para su panfleto, “El Correo de Oaxaca”, nombre admisible quizá para una columna pero largo y poco periodístico para un medio. Hubiera solicitado auxilio y quizá hoy tendría un mejor nombre, pues comprendemos que “Lo que natura non da Salamanca non presta”.