¡Teme las grandezas, oh alma mÃa!
Sobrevuela la ambición,
Si no puedes entregarte a ella
sin circunspección ni prudencia.
A medida que avanzas
más necesitas ser cuidadosa y atenta.
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Y cuando llegues a tu meta, al fin César,
cuando accedas a tu rango de hombre ilustre,
entonces, sobre todo, ¡ten cuidado!
Cuando aparezcas en la calle seguido por una escolta,
obedecido, admirado por la muchedumbre,
Si ocurre que un cierto Apolodoro
salga de las filas del pueblo
con una carta en la mano, y te diga apresuradamente:
“!Lee esto al instante! Son graves cosas, que mucho
[te conciernenâ€,
no olvides detenerte; deja para después
toda conversación y todo asunto.
Aleja de ti a los personajes
que te saludan y se prosternan,
ya los verás más tarde .
El Senado mismo puede esperar:
entérate al instante del mensaje de Apolodoro.
*Versión de Juan Carvajal