Ludwig Zeller
Adorables señoras pervertibles, acaso
ondulando pasean dejando tras de sí
sólo una estela, aquel cordón de incienso,
imagen prohibida de mirar hasta el fondo,
de coserse los labios a la lengua, puntada
tras puntada, de no escuchar la música
que en cataratas salta desde sus tibios pechos
a la nada, cuando inquietas sonríen,
mirando al sol, se pintan, parlotean.
Allí han estado siempre, las señoras de mármol
las portadoras de ilusión, las sensuales, las castas,
las que entreabren los párpados al paso del Profeta.
virtuosas, persignadas, ellas no quieren escuchar
las sílabas que le muerden los labios, las que tiemblan
sin entender por qué las siguen, las acosan tormentas.
¿Están durmiendo acaso? ¿Por qué niegan la dicha
de mirarse a sí mismas? Adorables vestales que acarician
las alas de la tarde, las que tienen la tentación de Ser
en la garganta, las que a escondidas danzan y no saben
que el milagro es eterno y acumulan la miel en sus caderas.
Esas que están allí, esperando tras las lunas cerradas
del espejo, inalcanzables para los mortales.
¿Quién podría clavarlas,
abrirlas en los brazos del madero? Hacer que ardan
sus médulas y despiertas puedan sentir el mar,
la polvareda del amor, el llanto en que mojaron sus cabellos.
Adorables, atractivas señoras pervertibles, así sea.
Ludwig Zeller. Nació en Chile en 1927. Se quedó a vivir en Oaxaca desde 1993. Recién falleció en Oaxaca en agosto de 2019.