En la jornada m谩s participativa en la historia de los comicios estatales, este domingo 4 de julio, como en el proceso electoral federal de 2006, en Oaxaca el PRI volvi贸 a probar la derrota, pero ahora m谩s contundente pues perdi贸 la gubernatura, se redujo a minor铆a su presencia en el Congreso
local y perdi贸 los principales ayuntamientos.
Lejos de las celebraciones triunfalistas y afanes protag贸nicos de partidos y personajes que integran la alianza opositora, fueron m煤ltiples los factores que condujeron a estos resultados. 驴C贸mo explicar que ante unas pobres campa帽as pol铆ticas, permeadas por las descalificaciones y la guerra sucia, antes que por propuestas y generaci贸n de alternativas, la ciudadan铆a participara masivamente?, 驴y por qu茅 votaron por Gabino Cu茅?
La alta participaci贸n y la amplia diferencia obtenida, por el candidato de la Coalici贸n Unidos por la Paz y el Progreso (CUPP: PAN-PRD-PT-PC) vot贸 el 50.11 por ciento del electorado, mientras que el el 41.9 lo hizo por el de la Coalici贸n聽 por la Transformaci贸n de Oaxacca (CTO: PRI-PVEM), 8.21 puntos de ventaja, imposibilitaron cualquier intento por emplear mecanismos para subvertir el triunfo (lo mismo el robo de urnas hasta el uso de la violencia).
Al tricolor no le alcanzaron los millonarios recursos invertidos para la compra de votos, ni el uso de la estructura gubernamental para promoverlo, ni el control del 谩rbitro electoral. Como tampoco lasampa帽as para promover el voto del miedo y el voto nulo; ni el clima de violencia para inhibir el voto. Todo eso fue superado con la presencia masiva de los electores en las urnas que dieron el triunfo a Gabino Cu茅 como pr贸ximo gobernador de Oaxaca.
Participaci贸n ciudadana y elecciones concurrentes
En primer t茅rmino es necesario considerar a la participaci贸n ciudadana. Como se ha demostrado en diversos trabajos , un factor esencial para la posible derrota del PRI era que la contienda se definiera no entre el voto duro de los partidos, pues el de los priistas es evidentemente superior, sino que participaran aquellos ciudadanos no identificados a priori con alg煤n partido pol铆tico. El 4 de julio eso sucedi贸.
La participaci贸n que alcanz贸 casi el 57 por ciento (de acuerdo a las cifras finales oficiales de los comicios a gobernador: 56.97, considerando votos nulos y candidatos no registrados; ver p谩g. 17), es la m谩s alta en la historia en elecciones estatales. Con ello se comprob贸 una vez m谩s que son los abstencionistas quienes deciden el rumbo de la elecci贸n. Cuando se quedan en casa, como en 2007 y 2009, el PRI no tiene mayor problema para ganar. Cuando se deciden salir a votar, como en 2006 y ahora en 2010, pueden propinar severas derrotas al tricolor. (Gr谩fica 1).
Ahora, para que saliera la gente a votar se conjugaron diversas circunstancias. Una de gran importancia, fue la concurrencia de los comicios de la elecci贸n municipal con la de gobernador. Los primeros siempre son m谩s altos en cuanto a participaci贸n, en promedio del 54 por ciento, en tanto las elecciones sexenales alcanzan una media del 50 por ciento. Ahora, en algunos municipios en donde se eligi贸 a presidentes municipales, la participaci贸n se elev贸 hasta el 70 por ciento, arrastrando con ello la votaci贸n para elegir al gobernador. En muchos sentidos se puede decir que los comicios municipales fueron fundamentales en la disputa por la gubernatura (Ver En Marcha 126).
El apabullante triunfo de la CUPP se debi贸 entonces a un proceso que camin贸 en dos sentidos. En muchos casos la definici贸n de los candidatos a las presidencias municipales fue decisiva para aportar votos a la causa de Gabino Cu茅. En Huatulco, un basti贸n priista, la imposici贸n del candidato provoc贸 una ruptura; la militancia se fue a la alianza opositora y ganaron casi 2 a 1. En Tuxtepec, donde tambi茅n hubo fractura priista, la diferencia fue de casi 15 puntos. En otros, la votaci贸n a favor del candidato a gobernador fue determinante para ganar los comicios municipales: Zaachila,
Xoxocotl谩n, Salina Cruz, por ejemplo.
Esto en raz贸n tambi茅n de la escasa cultura de emisi贸n de un voto diferenciado en elecciones concurrentes. En general los ciudadanos votan en bloque: por aquel partido o candidato que deciden sufragar en la que consideran la elecci贸n m谩s importante (presidente municipal o gobernador), sufragan en el mismo sentido en las otras dos boletas. Por eso los beneficiarios son los candidatos a diputados, quienes se vieron arrastrados por la votaci贸n de la CUPP. Tan fue as铆 que s贸lo en un par de municipios se present贸 una votaci贸n diferenciada, en Tlacolula y Mat铆as Romero, por ejemplo, la elecci贸n a gobernador fue ganada por Cu茅 y las presidencias municipales por el PRI.
Alianza contra maquinaria
Como se muestra en la votaci贸n alcanzada por cada partido pol铆tico (ver gr谩fica 2), pese a su apabullante derrota, el PRI sigue siendo la principal fuerza pol铆tica en la entidad (sus estrategias para ello, son materia de otro apartado). Con mucho supera al PAN y PRD, las dos fuerzas que le siguen, con un peque帽o margen entre ellas.
Lo anterior prueba que, separados, los partidos opositores no tendr铆an ninguna posibilidad frente al tricolor. Dif铆cilmente podr铆a haberse polarizado la contienda entre dos candidatos, como sucedi贸 entre las f贸rmulas del PRI y de la alianza opositora: Eviel Perez Maga帽a vs Gabino Cu茅.聽 Esta polarizaci贸n permiti贸 que en el imaginario colectivo se estableciera la certeza de que hab铆a posibilidad de disputar realmente el poder y ganarlo. Situaci贸n que se muestra con la diferente votaci贸n alcanza en las tres elecciones que se hicieron el 4 de julio. Mientra en la de gobernador, la diferencia entre ambas coaliciones fue mayor a ocho puntos porcentuales; 茅sta se redujo a menos de cuatro en la de diputados y a menos de dos en las municipales (ver recuadros).
Y precisamente, a medida que se acercaba el d铆a de la elecci贸n, los oaxaque帽os fueron construyendo la posibilidad de dar un voto de castigo al r茅gimen ulisista. Desapareci贸 la certeza de comicios anteriores, en que con antelaci贸n se sab铆a qui茅n ser铆a el triunfador; la duda sobre el ganador permiti贸 a m谩s de uno convencerse que su voto podr铆a ser decisivo en la definici贸n de los resultados.
Si bien no se puede soslayar que la alianza ten铆a al enemigo adentro. Muchos de los dirigentes del PRD y del PAN, trabajaron para obstaculizar la campa帽a de Gabino Cu茅 y la posibilidad de si triunfo. Una situaci贸n que, sobre todo, se apreci贸 en la selecci贸n y las campa帽as de los candidatos a diputados y presidentes municipales (ver recuadro).
El voto de castigo
El 2006 dej贸 honda huella en muchos oaxaque帽os. La resoluci贸n de la Suprema Corte de Justicia de la Naci贸n, por un lado, estableciendo la responsabilidad lisa y llana del gobernador del estado en la violaci贸n de derechos humanos, y la persistencia en pr谩cticas autoritarias, por el otro, generaron un resentimiento que encontr贸 en las urnas la v铆a para castigar esos excesos. Que se potenci贸 si vemos que en muchos municipios los presidentes municipales no hac铆an sino reproducir dichas pr谩cticas; es el caso de los municipios loxichas que se han tratado en En Marcha.
Y la campa帽a del tricolor mostr贸 que se persistir铆a en esos rupestres modos de hacer pol铆tica. As铆 lo mostraron en la incursi贸n de las diputadas federales Sof铆a Castro y Carolina Aparicio, en horario triple A en la televisi贸n nacional, en una lamentable exhibici贸n de sus limitaciones y del empleo de la violencia verbal para resolver diferendos con sus viejos c贸mplices, como el panista Guillermo Zavaleta; la divulgaci贸n de llamadas telef贸nicas, grabadas ilegalmente pero que mostraban que quien estaba al frente de la campa帽a priista era el gobernador Ulises Ruiz, y exhib铆a el uso de los recursos e instituciones estatales a favor de Eviel P茅rez; la relaci贸n vergonzante con algunos medios de comunicaci贸n; y la evidente subordinaci贸n del 谩rbitro electoral.
La soberbia de la burbuja ulisista los condujo a realizar una afrenta m谩s a los oaxaque帽os: mostrar que poco les importaba conquistar su apoyo en las urnas, pues ya ten铆an arreglado el proceso. Desestimaron la posibilidad siquiera de que se saliera a votar y que fuera en su contra.
El 2006 fue la expresi贸n m谩xima del hartazgo de la sociedad ante esos excesos y la impunidad. Y ni en el gobierno, ni en los partidos, aprendieron la lecci贸n. Las pr谩cticas pol铆ticas siguieron igual tras ese estallido social. Contra eso votaron los oaxaque帽os. Contra esa clase pol铆tica, de todos los partidos, tambi茅n. No es casual que el principal grito de batalla en los m铆tines y en las celebraciones del triunfo gabinista fuera: 鈥淵a cay贸, ya cay贸, Ulises ya cay贸鈥. La alternativa para聽 la ciudadan铆a era clara: votar era la 煤nica posibilidad para frenar esos excesos. As铆 se hizo.
Los candidatos
Por supuesto, los candidatos tuvieron tambi茅n su aporte. Al arrancar el proceso electoral era claro que el m谩s conocido de los aspirantes era Gabino Cu茅. Superaba a todos; priistas y opositores. Tanto su campa帽a en 2004 en su candidatura anterior para gobernador; la de 2006, en la de senador, le hab铆an permitido recorrer el estado y mantenerse presente en la memoria colectiva. Y la incursi贸n que hiciera en 2009 acompa帽ando a Andr茅s Manuel L贸pez Obrado. Esta 煤ltima, por su cercan铆a y por la presencia de AMLO, le dio presencia y solidez en muchas zonas rurales que ahora no visit贸. Sin duda, esta circunstancia ayud贸 en la definici贸n. M谩s si consideramos que en todos los casos fue v铆ctima de hostigamiento por parte del gobierno estatal: fue bloqueado, las autoridades locales amenazadas, hubo un clima de persecuci贸n que lo victimiz贸 y con ello se granje贸 la simpat铆a de muchos.
Por otra parte, ten铆a el apoyo del PAN y hab铆a adelantado su reconocimiento al presidente Felipe Calder贸n. As铆, ante los electores se situaba en una posici贸n de centro. Por un lado jalaba los votos lopezobradoristas y de grupos como los que alguna vez formaron parte de la APPO; por el otro, tambi茅n se acercaba al voto urbano y clasemediero de la capital estatal y los principales centros urbanos.
En contraparte el PRI eligi贸 a quien sus propios correligionarios llamaban 鈥渆l rival m谩s d茅bil鈥. Eviel P茅rez Maga帽a era el menos conocido de los seis aspirantes priistas; con una exigua carrera pol铆tica; a煤n cuando hab铆a sido presidente municipal de Tuxtepec, diputado federal (cargo en que repet铆a) y secretario de Desarrollo Urbano y Obras P煤blicas, en los 煤ltimos 9 a帽os, en ninguno hab铆a descollado. Adem谩s, su imposici贸n como candidato gener贸 fracturas que no pudieron repararse. La m谩s notoria fue con Jorge Franco Vargas, el otrora 鈥渉ombre fuerte鈥 del r茅gimen ulisista. El diputado federal no se sum贸 al apoyo y, en los corrillos se rumoraba una y otra vez que trabajaba para los intereses de la alianza opositora; m谩s all谩 de la veracidad o no de esos rumores, lo que reflejaban era que no exist铆a la 鈥渦nidad priista鈥 acostumbrada. Como tambi茅n se ver铆a en el escaso compromiso que mostraran los otros pre-candidatos que fueron hechos a un lado.
Por otra parte era evidente que no era un candidato con vida propia. Estaba limitado no s贸lo por el gobernador Ulises Ruiz, quien se convirti贸 en el coordinador de su campa帽a, tambi茅n era acotado por los personeros de 茅ste. El primer c铆rculo del nuevo candidato no era sino el de Ulises Ruiz; sus decisiones eran tomadas ah铆 antes que por el candidato. As铆, la estrategia de centrar la campa帽a en una especie de refer茅ndum respecto al gobierno ulisista, se logr贸 porque Eviel P茅rez no logr贸 asumirse como el candidato fuerte, independiente y que toma distancia con su antecesor, una regla elemental del sistema pol铆tico. Esa imagen de debilidad y de dependencia del mandatario en turno se hizo m谩s evidente al ser desplazados los candidatos a las presidencias municipales m谩s cercanos a 茅l: Jorge S谩nchez en Huatulco y Jaime Aranda en Tuxtepec. Y por cierto, no por mejores candidatos sino al contrario, por otros que obedec铆an a intereses caciquiles y que ten铆an ya un claro repudio en esas poblaciones.
Maquinaria descarrilada
Que el PRI haya sido derrotado no significa que la maquinaria electoral tricolor no exista. Recursos p煤blicos y la maquinaria gubernamental estatal trabajaron a tope a favor del PRI; el 贸rgano electoral cooptado y trabajando para generar condiciones favorables al priismo.
Sin embargo, llegaron a excesos y descuidaron las formas. Buscaban incondicionalidad antes que convencimiento. Descuidaban las formas y llegaban a excesos. La prueba est谩 en que lo mismo beneficiarios de programas sociales, bur贸cratas, dirigentes de organizaciones y autoridades municipales, eran obligados a trabajar a favor del PRI, amenaz谩ndolos de perder los beneficios, empleos, programas o recursos si no lo hac铆an. El resultado es que muchos simularon obedecer la consigna pero en los hechos se convirtieron en promotores del voto anti PRI. O la c铆nica exhibici贸n de la sumisi贸n del Instituto Estatal Electoral a lo largo del proceso, que lleg贸 al extremo de la burda asignaci贸n de los programas electorales (documentaci贸n, boletas, monitoreo y el PREP). Hechos que no lograron sino atraer la atenci贸n de medios de comunicaci贸n y observadores electorales para vigilar sus sospechosos pasos.
Por su parte, el gobierno federal tambi茅n intervino para apoyar a la alianza opositora, los recursos fluyeron como se aprecia en los altos costos de campa帽a y en uso de programas sociales; si bien con una estructura y capacidad operativa menos eficiente para la compra y coacci贸n. Pero tuvieron su impacto. Lo m谩s evidente, sin embargo, fue la presi贸n del centro y del gobierno federal, para impulsar a la alianza.
Y ahora 驴qu茅 sigue?
Est谩 claro que no hay maquinaria, ma帽as, pr谩cticas fraudulentas, ni recursos que alcancen para comprar el voto, ni presiones para coaccionarlo, ni organismo electoral manipulado, ante una ciudadan铆a participativa. Previo a la jornada, basados en el comportamiento hist贸rico de las tendencias electorales, afirm谩bamos que una participaci贸n menor al 50 por ciento favorecer铆a al PRI; si se superaba ese tope, el bal贸n estar铆a en la cancha opositora. Y superando el 55 por ciento permitir铆a que la alianza ganara sin muchos problemas.
Por eso tambi茅n habr谩n de cuidarse de falsos triunfalismos; de los excesos que ya aparecen entre los nuevos iluminados, o la cargada que es evidente. En el cierre de campa帽a aliancista, como en las primeras celebraciones de la victoria de Gabino Cu茅, el grito recurrente fue 鈥淵a cay贸, ya cay贸, Ulises ya cay贸鈥. Habr铆a que recordar entonces que muchos de los votos que le dieron el triunfo fueron en contra de alguien, antes que a favor de nadie. Y esa lejos de ser una carga negativa, implica la responsabilidad de legitimarse en las decisiones previas a su asunci贸n y, por supuesto, en el ejercicio de gobierno. As铆 que 驴ahora qu茅 sigue?
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