La ‘familia real rural’ pierde el control de la UABJO

Rechazados, gran negocio del porrismo de los Martínez Helmes

Dentro de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca es bien conocida la historia de Francisco Velásquez, alias El Sonrics. Él, fue alumno desde la educación preparatoria, y luego brincó a la Facultad de Derecho ya siendo un integrante bien identificado de organizaciones porriles. Con las inercias naturales de esa Facultad, el Sonrics no sólo logró concluir sus estudios universitarios sino que también presentó su examen profesional, para obtener el título de Licenciado en Derecho. Con ese documento en la mano, luego solicitó a la Facultad que lo considerara dentro de su planta de catedráticos.

 

En toda esa historia, el Sonrics siempre contó con la simpatía del patriarca de la ‘familia real universitaria’, Abraham Martínez Alavés, y llegado el momento éste le encontró una utilidad. Dentro de la Facultad de Derecho se afirma que en algún momento Francisco Velásquez aspiró a convertirse en su Director, pero fue atajado duramente por el propio Abraham, que se asume como mandamás de ese espacio. Lo redujo en su aspiración, pero a cambio le ofreció que lo ayudara aglutinando a otros sectores que estaban dispersos dentro de la Universidad, y hubo uno que hasta entonces nadie había capitalizado. Era el de rechazados en los exámenes de admisión para cursar estudios universitarios.

 

En aquel momento, el Sonrics recibió la encomienda del propio Jefe Político de la Universidad de generar esa organización de rechazados para poder así alimentar el juego que le permite mantener el porrismo y la corrupción, disfrazados de sobrepoblación y de presiones políticas. El Sonrics creó el Frente de Estudiantes, Catedráticos y Administrativos de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (FECA-UABJO), aunque en realidad no era un grupo disidente a la rectoría, y tampoco era una organización de verdaderos aspirantes rechazados que genuinamente buscaran un espacio para cursar una carrera.

 

En realidad, lo que buscaban era, por un lado, tomar el control de ese sector que hace algunos años se encontraba al garete y evitar que fueran otras fuerzas universitarias las que capitalizaran el control y la potencial fuerza de movilización de los rechazados; y por el otro, abrieron un espacio a través todos podían simular presiones políticas y negociaciones —todas, en un escenario controlado a favor de la administración universitaria, cuando ésta estaba en manos de la ‘familia real’—, para mantener abierta la posibilidad de inscribir a aspirantes en escuelas y facultades, pero no según sus méritos ni el resultado de sus pruebas de admisión, sino como una forma de mantener sus canales extra institucionales para vender espacios, admitir a gente que luego alimentaría el porrismo, o simplemente para demostrar que ellos tenían el control de las decisiones universitarias.

 

Los tiempos cambian

 

El control de los rechazados es uno más de los muchos que la familia real intentó tener para afianzar su control en la Máxima Casa de Estudios. Pero hoy que las circunstancias se mueven hacia otros rumbos, queda claro que organizaciones como esas intentarán servir ahora como apéndice para las nuevas aventuras políticas de Eduardo Martínez Helmes, y su familia.

 

¿De qué hablamos? De que Eduardo Martínez sigue insistiendo, al interior del partido Movimiento de Regeneración Nacional, en convertirse en candidato no a diputado local o federal, sino a Senador. A algunos en Morena, Martínez Helmes les ha vendido exitosamente la idea de que él ejerce un control absoluto en la Universidad, y que por ende sólo ahí tiene un enorme semillero de votos tanto de los universitarios, como de sus familias. Como en política muchas de las cosas se crean a partir de las apariencias, entonces Helmes y la familia real están intentando estructurar el espejismo de que siguen teniendo un enorme capital político en las filas universitarias.

 

Quizá una de las diferencias entre los tiempos anteriores y los actuales, radica en que hoy no tiene el control ni siquiera de sus facultades más afines. En junio pasado, por ejemplo, el propio Sonrics intentó boicotear, en el Edificio Central Universitario, la realización del examen de admisión para los alumnos que quisieran cursarlo en esa sede improvisada, pero reconocida por la administración del rector Eduardo Bautista Martínez —que en un intento por equilibrar la situación, dijo que los procesos administrativos de esos alumnos disidentes, eran válidos—. La intención del Sonrics, en el fondo, fue la de cumplir con la orden de Abraham Martínez de no permitir la realización del examen en esa sede, para luego tratar de capitalizar el descontento a través de su propia organización de aspirantes rechazados, en una especie de negocio redondo.

 

Lo grave —para la familia real— es que ya no tienen el control de antes. La organización de rechazados no suple el poder que tienen minado en la Facultad de Derecho, y en la poca presencia que les queda en la otra Facultad masificada, que es la de Contaduría. A la par de ello, la familia real insiste en dividir la Facultad de Bellas Artes, y mantiene latente otros conflictos que, con toda seguridad, ya no tienen claro si podrán controlar o ganar en algún momento.