El fenómeno antisistema en el arribo de Trump

Gerardo Nieto 

Resumen ejecutivo


Una certeza recorre el mundo político: la multiplicación de los fenómenos “...antiestablishment, anti-élite, anti-Wall Street”1 , anti-política, anti-consenso. Es una etapa de abierta ruptura, “...una oleada social que repudia a las instituciones y las reglas de la política”2 y que genera líderes ultranacionalistas. “En Filipinas se impuso Rodrigo Duterte: ‘A todos ustedes que andan con drogas, a ustedes, hijos del diablo, de verdad que los voy a matar’... en Bulgaria como en Moldavia (fueron electos), presidentes nacionalistas afines a Putin.

 

En Holanda se prevé que en las elecciones parlamentarias de marzo próximo pueda imponerse el partido nacionalista de Geert Wilders. En Francia, la líder del partido Frente Nacional Ultraderecha, Marine Le Pen, se perfila como seria aspirante presidencial, promotora de un referéndum para abandonar la Unión Europea: ‘Cuando la gente quiere retomar su destino en sus manos, pueden hacerlo, pese a la campaña de denigración... es el nacimiento de un mundo nuevo. Es el final del siglo XX’

 

En Italia el populista Movimiento 5 Estrellas —contrario al euro— podría imponerse en el próximo referéndum de diciembre sobre la reforma constitucional, votación que significará un plebiscito hacia la política del primer ministro Matteo Renzi”3 . En España, la triple alianza —PP/PSOE/C’s— encumbró de nueva cuenta al derechista Mariano Rajoy. Es el resurgimiento de la vieja derecha en el mundo que parece decirle a todos: o nosotros o el caos.

 

La nueva derecha

 

Esa nueva derecha exacerba las contradicciones subyacentes a los regímenes políticos y al sistema global que afirma la concentración de la riqueza y la desigualdad: “...apenas el 0.1% de los norteamericanos reciben un ingreso promedio 184 veces superior al que llega a los bolsillos del 90% de quienes se encuentran en el fondo de la pirámide social” (Institute For Policy Studies. Inequality.org, Boston, Ma. Citado por, Meyer, 2016:11).

 

Trump llegó al poder gracias al hartazgo y la irritación de una clase media que cayó en la pobreza; esa población repudia a las élites aunque Trump sea parte de ellas: “...esperan que él sacuda al sistema corrupto y disfuncional”4 , una auténtica falacia porque Trump es, en más de un sentido, expresión emblemática de esa decandente corrupción. El populismo de derecha que está en ascenso en Estados Unidos y en otros países del orbe no busca trastocar los cimientos del modelo económico de alta concentración del ingreso, sino arraigar los propios en un nuevo modelo de integración económica y cambio político que favorezca su hegemonía.

 

En este sentido, la elección de Trump “...no es un mero cambio de partido en el gobierno sino un cambio de régimen…el tejido institucional que regula la lucha por el poder como las formas de ejercerlo y los valores mismos que le dan forma a su ejercicio” (Meyer, 2016:11). La ola de transformaciones que vienen de la última década del siglo pasado y que da cuenta, entre otros temas de la caída del muro de Berlín y la desintegración del bloque socialista, así como del proceso de unificación de Europa, no pasó por los Estados Unidos. La nación más poderosa del orbe, “...parecía llegar sin cambios y triunfante al nuevo milenio. Pero hoy, después del triunfo de Donald Trump, nos podemos preguntar si en Estados Unidos no se están abriendo las puertas hacia transformaciones profundas e insospechadas”5 .

 

Trump, la confrontación

 

Donald Trump no cree en el cambio climático. Su programa de cien días no contempla ninguna acción que atempere el impacto de la economía sobre el medio ambiente y la degradación ecológica global. Con Donald Trump se avanza en la confrontación política. Líderes conservadores de todo el mundo lo toman como referente: “...el movimiento Trump va para largo”6 . Eleccciones que son referéndum sobre el cambio o la continuidad. Por un lado, es la etapa de los indignados por el desempleo, la inseguridad, la desigualdad, la pobreza; por el otro, la de partidos y líderes emergentes que aprovechan ese hartazgo para encumbrarse en el poder y jugar al regreso de los nacionalismos.

 

En las primeras designaciones del equipo de Donald Trump se identifican tendencias duras en ese espectro ultranacionalista que le apuesta al alto contraste: “...la designación de Dan DiMicco como el funcionario de su oficina de transición encargado de los temas de comercio (que) coordinará a un equipo de halcones…que sumará desde políticos conservadores y proteccionistas…hasta empresarios de derecha...”7 , anuncia el fin de una era. Es cierto que falta por saber si en el intento de trastocar los cimientos del libre comercio Trump no cae presa de su propia lectura de las cosas y su manifiesta incompetencia; sin embargo, el mundo entero está hoy en medio de la zozobra en espera de ver qué hace como nuevo inquilino de la Casa Blanca.

 

Trump rompió el stablishment

 

Donald Trump rompió un viejo consenso: el del stablishment norteamericano fincado en el bipartidismo tradicional. Llegó a la presidencia de su país en abierta oposición a las élites del Partido Demócrata y del Partido Republicano. “Representa una opción abiertamente autoritaria.…Más allá de su nacionalismo, de su furioso rechazo a la globalización…entiende los derechos como coartadas, la tolerancia como cobardía, el respeto como falsedad.…Sería una ingenuidad imperdonable esperar que el provocador incontinente, el patán de las intimidaciones se convierta en un político tolerante y respetuoso de sus límites”8 . Eso no va a ocurrir. ¿Cómo hacer frente a esa amenaza?

 

“La primera regla para sobrevivir a una autocracia, ha escrito recientemente la periodista rusa Masha Gessen, es creerle al autócrata. Hará o tratará de hacer lo que ha dicho que haría. Las instituciones pueden ser un freno pero son vulnerables. El hecho mismo de que haya triunfado es prueba de ello”9 . A esa incertidumbre propia de la historia, le asiste una desafortunada certeza: Donald Trump “...no es fascista, es nazi. El nazismo tiene una carga de racismo, frustración, odio y exterminio (es) diferente a la dictadura de Musolini. Éste mantuvo a Antonio Gramsci, a los comunistas y a otros opositores en prisión y estableció una violenta dictadura con cárceles, campos y asesinatos, pero no los trató de exterminar como hizo Hitler con los judíos”10.

 

En este orden de ideas, surge el vector de esa guerra que Trump abandera: “Los mexicanos son para Trump lo que los judíos eran para Hitler: violadores, traficantes de drogas, asesinos, una degenerada raza criminal que debe ser arrestada y deportada para preservar la pureza de los estadunidenses y la mera existencia de la patria”11 . Lo grave de este discurso es que “Trump de verdad piensa que los inmigrantes mexicanos son criminales y violadores, como dijo literalmente el 16 de junio del 2015. Está equivocado. Pero eso es lo que piensa”12 . Los mexicanos sirvieron a Trump para escalar en la conquista del poder. Ahora, se perfila un político que con gusto plasmará en acciones ejecutivas muchos de esos señalamientos.

 

Exitoso anti mexicanismo

 

“Trump usó el anti mexicanismo para triunfar: Como Presidente tendrá que hacer algo para cumplir su promesa de frenar a las hordas mexicanas que deshonran la pureza racial norteamericana”13. El contexto y el entorno de la guerra que viene con Donald Trump en la Casa Blanca reclama una defensa del gobierno mexicano que nuestro mandatario está imposibilitado de ofrecer: “Enrique Peña Nieto ya es un Presidente irrelevante... y…no tiene ninguna capacidad de negociación frente a Trump —quien lo humilló en una conferencia de prensa en la Ciudad de México— (...) Peña Nieto ya va de salida y es uno de los presidentes más débiles que ha tenido México”14 . El panorama compromete y demanda posiciones que un gobierno como el actual no puede dar.

 

“La política del gobierno mexicano frente a esta realidad es de parálisis, subordinación y desastre, incluido el hecho notorio de que los poderes financieros, económicos y militares de Estados Unidos tienen cada día mayor control sobre cuanto sucede o pueda suceder en nuestro territorio. El desmantelamiento de Pemex es un ejemplo trágico y está lejos de ser el único de similar magnitud y alcance histórico”15 .

 

Donald Trump deportará a entre dos y tres millones de indocumentados con antecedentes criminales. De ese número de indocumentados, por lo menos el 50 por ciento serían mexicanos. “Quiere esto decir, que en el 2017 México va a tener que asimilar a cerca de un millón de repatriados con antecedentes (…) sólo para dimensionar el problema…de este millón, un 30 por ciento (son personas) fichadas por tráfico de drogas, asaltos con violencia y otros crímenes graves (…) la conclusión es que en el 2017 tendremos en México…unos trescientos mil individuos expulsados de Estados Unidos con antecedentes y proclividad al crimen y la violencia (…) México será invadido por bandas o ‘gangs’ latinas que operan en Estados Unidos como los ‘Maras’, además de los propios ‘Aztecas’16 . Si el panorama nacional es sombrío, para los connacionales en Estados Unidos resulta invivible. “Ser mujer, ser moreno, ser homosexual, ser musulmán es vivir bajo amenaza.

 

La elección ha legitimado el odio y el desprecio. No sorprende ver estos días suásticas pintadas en las escuelas. Nadie puede llamarse a sorpresa cuando unos niños amenazan a otros con ser deportados mientras corean las consignas de un muro para mantenerlos afuera de su casa. Los racistas que antes se escondían desfilan abiertamente por las calles. ¿Y qué puede sentir hoy una niña de Estados Unidos que ha escuchado las burlas y los insultos misóginos del hombre que será Presidente? ¿Qué puede sentir esa niña al saber que su país ha elegido a un hombre que presume haber atacado sexualmente a una mujer?”17 . ¿Puede el actual gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto ser garante de la defensa de la soberanía nacional frente a Donald Trump? Dificilmente.

 

En primer lugar, está la condición de debilidad estructural de su administración. Peña Nieto perdió el consenso de la derecha y de las izquierdas, así como de los hombres del dinero; y, en segundo término, las reformas emprendidas y el estilo personal de gobernar, descubren al presidente mexicano en su propensión natural a ceder todo frente a Estados Unidos. “En la historia solamente hemos tenido un gobierno y una clase política conservadora, tan proclive a entregase a los estadounidenses como la actual; fue después de la guerra de Estados Unidos contra México, 1846-1848, en la que perdimos la mitad del territorio. En el primer caso, Antonio López de Santa Anna fue llamado para defender militarmente a México de la agresión y así nos fue; en el segundo, fungía de presidente”18 .

 

Al calor del fenómeno antisistema prolifera la traición del ultraconservadurismo que no tiene más hoja de ruta que la cesión de soberanía.


1 Dresser, Denise, Kukluxklanismo en Reforma. México, noviembre 14, 2016. P.-11.
2 Peschard, Jacqueline, La derrota de la política en El Universal. México, noviembre 14, 2016. p.-42.
3 Rubinstein, José, Lo que parece…es en Excélsior. México, noviembre 18, 2016. p.-14.
4 Heredia, Carlos, No conocemos a nuestra propia gente en El Universal. México, noviembre 18, 2016. P.-51.
5 Bartra, Roger, Trump y la incoherencia en Reforma. México, noviembre 15, 2016. p.-12.
6 Gilly, Adolfo, El presidente Trump y la República Mexicana en La Jornada. México, noviembre 15, 2016. p.-12.
7 Rock L, Roberto, Retrato hereje en El Universal. México, noviembre 18, 2016. p.-11.
8 Silva-Herzog Márquez, Jesús, Contra la normalización en Reforma. México, noviembre 14, 2016. p.-10.
9 Ibidem, p.-10.
10 Gilly, Adolfo, El presidente Trump y la República Mexicana… Op. Cit. Supra. p.-12.
11 Marshall Shalins, antropólogo norteamericano citado por Gilly, Adolfo, Op. Cit. Supra. p-12.
12 Ramos Ávalos, Jorge, ¿Y si Trump me deporta? en Reforma. México, noviembre 19, 2016. p.-16.
13 Aguayo, Sergio, Nueva Contadora en Reforma. México, noviembre 16, 2016. p.-13.
14 Ramos Ávalos, Jorge, ¿Y si Trump me deporta? Op. Cit. Supra. p.-16.
15 Gilly, Adolfo, El presidente Trump y la República Mexicana Op. Cit. Supra. p.-12.
16 Jauregui J., Manuel, Más delincuentes en Reforma. México, noviembre 14, 2016. p.-9.
17 Silva-Herzog Márquez, Jesús, Op. Cit. Supra. p.-10.
18 Santos Ramírez, Leopoldo, Rebasar a los claudicantes en La Jornada. México, noviembre 14, 2016. p.-22.