Nuevo instituto electoral de Oaxaca, un fraude

Consejeros ineptos y subordinados a los partidos

Homero Villaurrutia

 

La regresión antidemocrática está en marcha. Tras una larga historia de conquistas democráticas vía reformas electorales y la actuación del otrora Instituto Federal Electoral, se impuso la partidocracia y han retomado el control de los órganos electorales. Oaxaca es una muestra fehaciente de lo que ocurre en el resto del país.

 

El aeropuerto capitalino fue escenario de una singular escena: el recién nombrado presidente del Consejo General del Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca (IEEPCO), Gustavo Meixueiro Nájera, junto con el delegado estatal del Instituto Nacional Electoral (INE), Roberto Cardiel, tomarían el vuelo mañanero el lunes 7 de octubre para asistir a la reunión regional de los nuevos Organismos Públicos Locales Electorales (OPLE s). Lo que sería un viaje normal para estos funcionarios tenía un ingrediente peculiar, como para demostrar quienes eran sus auténticos jefes, en un innecesario alarde de control, los acompañaban los diputados José Antonio Hernández Fraguas y María de las Nieves García Fernández, representantes del PRI, de partido y parlamentario, respectivamente, ante el INE.

 

Y es que la impronta partidista, marcada en los nuevos consejeros del IEEPCO muestra el fracaso en la primera misión de envergadura del INE. Su nombramiento, como el de 17 entidades más, se mencionaba por parte de analistas y conocedores de la materia, era la prueba de fuego de la institución que sustituyó al IFE y sus consejeros. No pasaron la prueba.

 

En Oaxaca, apenas en su primera sesión, los nuevos integrantes del IEEPCO exhibieron sus limitaciones y soberbia, echando por la borda el carácter de los “más idóneos” por el que, se supone, fueron electos para tan importante posición.
designados: cuotas de partido y mediocridad

 

Tras un cuestionado proceso de selección, la designación de los nuevos consejeros representaba el peor de los escenarios posibles: medianía, inexperiencia y vinculación clara con los partidos políticos.

 

En Oaxaca el ahora presidente de la OPLE es Gustavo Meixüeiro Nájera, sobrino de David Palacios García –a su vez tío del exgobernador Diódoro Carrasco—, quien hace poco más de 20 años lo colocara como secretario particular de José Antonio Hernández Fraguas, secretario de Administración en el sexenio de Carrasco.

 

Sólo así se explica la ascendente carrera de un ingeniero químico de profesión, sin preparación y conocimientos para la materia electoral. Meixüeiro debe su carrera totalmente a Hernández Fraguas; su posición a la que renunciara para asumir la presidencia del IEEPCO, como director de área en el Centro de Estudios Legislativos, es producto de la imposición de Fraguas, pues siendo éste diputado en el periodo 2000-2003, presidiría la Comisión de Estudios Legislativos, nombrando como su secretario técnico a … ¡Meixüeiro Nájera! Antes de finalizar el trienio, le asegura el puesto como director de área. Y su relación va más allá del ámbito profesional, son conocidas sus ligas sociales, la subordinación y “agradecimiento” permanente de Gustavo a su mentor. No hay mayor mérito y no tiene experiencia en materia electoral, más que la edición de algunos trabajos de encuestas.

 

Completan la lista Gerardo García Marroquín, con alguna experiencia en la Fiscalía Especializada para Delitos Electorales (FEPADE). El verdadero motivo de su designación es su relación familiar con Ricardo Monreal, coordinador de Movimiento Ciudadano en la Cámara de Diputados Federal, pues está casado con María del Refugio Monreal Ávila. Su cuñado le consiguió ese espacio. A cambio, no cuestionaría el proceso de designación por el INE como sí lo hicieron los otros partidos.
Filiberto Chávez, el gris director de Capacitación del otrora Instituto Estatal Electoral, subordinado siempre al jefe en turno: Cipriano Flores, José Luis Echeverría Morales y ahora Nájera.

 

Tal parece que el sometimiento es la característica de los nuevos consejeros, pues en ese mismo tenor se inscribe Norma Hilda Vásquez Urdiales, ex consejera con Echeverría Morales, de quien sólo acataba órdenes. Rita Bell López Vences, cuya experiencia electoral se reduce al reparto de despensas con la camiseta del PAN, en la campaña a la diputación federal de su marido, René Mejía, apenas en 2012. Completa el cuadro femenino Elizabeth Bautista Velasco, también cuota del PAN, sin mayor mérito.

 

Si acaso se salva Uriel Pérez García, joven politólogo, del grupo de asesores del ex Instituto recién relevado y el único que ha actuado coherentemente en las primeras semanas, plagadas de yerros, de los nuevos consejeros.

 

Consejeros o legisladores

 

Muy pronto, en su primera sesión, los consejeros exhibieron su ignorancia supina al intentar cambiar la denominación de IEEPCO a OPLE. Y es que la Ley General de Procedimientos e Instituciones Electorales utiliza el genérico OPLE para referirse a todos los organismos públicos electorales de las entidades federativas, pero la denominación concreta es materia de la legislación local. Una situación tan elemental, que pone en entredicho cómo pudieron pasar el primer examen de su proceso de selección, fue ignorada por los consejeros y consejeras.

 

Además, como para que no quedara lugar a dudas de su desconocimiento de la materia, hicieron a un lado al director general, el impresentable Isidoro Yescas. Su argumento: la OPLE no tiene la figura del director general sino Secretario Ejecutivo; sólo que para que esto fuese aplicable, se requiere reformar el código electoral local. El más insistente para tal despropósito era Gerardo García Marroquin, quien además se ofreció al presidente para “asesoría jurídica en los temas más complicados”. Eso sí, hizo buena dupla con el recién estrenado coordinador de asesores, Rubén Darío Calleja, quien no lograba distinguir entre una ley general, una federal y una estatal; por cierto, Calleja también fue finalista en el proceso de selección de consejeros, ¿cómo le haría?

 

Previo a la sesión, Isidoro Yescas reaccionó y dio aviso a sus patrones, los representantes del PAN y PRD de las intenciones de los nuevos consejeros. Durante la sesión los representantes exhibieron las limitaciones de los nuevos consejeros; lejos de aceptar sus yerros o siquiera debatir con argumentos, Marroquín mostró su soberbia y entró a un juego de descalificaciones personales contra los representantes partidistas; las consejeras jugaron al Tío Lolo (o Tía Lola, por aquello del leguaje incluyente); Filiberto Chávez a quedarse callado y votar (su papel de siempre); sólo Uriel Pérez mostró que había leído del tema y confrontó a sus propios compañeros, mostrando sus equívocos.

 

Gustavo Meixüeiro, no sólo se vio rebasado. Mostró de entrada su desconocimiento del tema y, al más viejo estilo de hacer grilla, abandonó la presidencia para acercarse uno a uno a los representantes de los partidos políticos y “cabildear en corto” en plena sesión.

 

Con todo, hubo de salir una solución intermedia: el nombre sigue siendo IEEPCO, pero con la leyenda de OPLE. Al final, pese a que la “máxima publicidad” es uno de los principios rectores del órgano electoral, fue eliminada de la página del instituto la sesión de referencia, sólo aparecen los últimos 20 minutos de una reunión que duró más de tres horas.

 

El problema, aunque pudiese parecer menor, no lo era; de prosperar sus intenciones, se anularía todos los actos de la OPLE, pues ésta es inexistente en la legislación local.

 

Ineptos y a la orden de los partidos

 

La ineptitud pone en riesgo no sólo acciones del IEEPCO, también la gobernabilidad del estado. A sólo un par de semanas de asumir el cargo, Gustavo Meixueiro ha conducido ya a un par de municipios del régimen de sistemas normativos internos a una crisis que puede resultar de graves consecuencias.

 

En este mar de contradicciones, el aún director general, quien ha sido menospreciado por los nóveles consejeros, para salvar su cargo no duda en ponerse al servicio de nuevos patrones. Sí antes obedecía a pie juntillas los mandatos del PRD y no le importaba cometer irregularidades para ello, ahora ha tocado puertas en el PRI. Lo mismo se ha reunido con Annuar Maffud, que viajado al DF a entrevistarse con José Murat y Hernández Fraguas para que lo designen secretario ejecutivo.

 

A Meixueiro ha ofrecido sus servicios de “manejo de prensa” con el alarde de que él decide que información del IEEPCO entra o no en el periódico de mayor circulación y un par de portales de internet. Además, está dispuesto a realizar los trabajos en las cañerías para obtener pingües ganancias y ya se apresta a intervenir en municipios de Sistemas Normativos Internos.

 

En San Juan Cotzocón, del que aún no sale de la crisis en la que hubo varios policías muertos, la dupla Meixuiero-Yescas acordaron con el actual presidente municipal la prorroga de su mandato de uno a tres años. Incurre en una reelección de facto, violando la legislación. Y ya los tambores de guerra suenan en esa zona.

 

En San Antonio de la Cal, reventaron una consulta a la población para determinar el procedimiento de elección; con ello buscan garantizar la permanencia del actual administrador municipal. Misma estrategia que siguen en Mazatlán Villa de Flores.

 

Aunado a ello; buscan correr personal para que ingresen viejos operadores del PRI. Ya hacen cola Javier Jiménez Herrera y otros más. Sólo que el transitorio de la reforma federal, establece que todos los trabajadores en activo al momento de ser aprobada, permanecerán en sus puestos hasta la entrada del Servicio Profesional Electoral. En su inocencia, Meixueiro les exige firmen su renuncia con la promesa de que “Quique (Arnaud. Secretario de finanzas) me va a autorizar una millonada y de ahí les pagaremos su liquidación”. Menos ingenuos, los trabajadores han rechazado tan atractivo ofrecimiento.

 

La lista de equívocos es larga. Meixueiro ha mostrado su incompetencia. De poco le sirve que la mitad del tiempo se la pase en el DF, para que su padrino Hernández Fraguas le dé línea. La operación política-electoral no es lo suyo. Ya se aprestan varias demandas para exigir su destitución ante su incompetencia.