El mito de las reformas estructurales

Gerardo Nieto
Resumen Ejecutivo AP 687

 

En medio de la peor crítica hacia un Congreso que no debate pero sí aprueba polémicas reformas, se vuelve a exhibir a diputados y senadores como dependientes de sus élites partidistas y del gobierno. Una democracia de facción que envuelve el proceso en acuerdos que se toman en los sótanos del poder. “El madruguete legislativo que despierta al ciudadano con una ley inconcebible. La subasta del voto parlamentario al mejor postor”1.

 

Los excesos y los abusos de un Poder Ejecutivo que avasalla al Congreso dominado por legisladores sin posturas propias. La agenda reformista del Presidente no está sujeta a discusión aunque parezca lo contrario. Reformas estructurales que tienen el mismo diseño de las que impuso Carlos Salinas y que a la postre han hecho de las tres últimas décadas una realidad de inocultable estancamiento económico. Es el modelo que nadie toca lo que vale la pena discutir ante la evidencia de los datos de tres décadas de fracaso.

 

Reformas regresivas

 

La tesis fundamental con la que la narrativa política habla de las reformas es que éstas impulsan a México al futuro, cuando en más de un sentido son un regreso al pasado. El diseño de las reformas es el mismo que abrazó Carlos Salinas, que continuó Ernesto Zedillo y que alimentaron Fox y Calderón. Con ese modelo México ha crecido en promedio anual apenas 2.3 por ciento en el periodo 1982-2010. Pero el problema mayor está en el fracaso inocultable de la privatización que entraña.

 

“Mucho dinero público se entregó en el pasado al rescate de empresas privadas, bajo el argumento…de defender sectores estratégicos o de impedir la desestabilización del sistema económico y financiero/ El tiempo y las circunstancias nos han enseñado que cuando eso ha ocurrido, invariablemente, han sido la hacienda pública y los contribuyentes en general los grandes perdedores, mientras que sólo unos cuantos privados fueron beneficiados.

 

Bajo esa costosa enseñanza de la historia económica contemporánea es que el gobierno de Calderón argumentó su decisión de no rescatar a la ahora quebrada Mexicana de Aviación; una aerolínea privatizada por el Estado y que, según se ha demostrado por las investigaciones y denuncias…fue saqueada por sus dueños”2. La historia de las privatizaciones fallidas es extensa, incluye al monopolio de las telecomunicaciones, pero también a la extranjerización de la banca, pasando por la subasta de más de mil empresas públicas.

 

¿Cómo se resarcirá lo de Pemex en la hacienda pública?

 

Ahora, la apertura de Pemex con la Ronda Cero y las que le sigan plantea disyuntivas mayores: ¿cómo se resarcirán los ingresos federales cuando Pemex deje de contribuir al fisco como hoy lo hace? “La entrega de Pemex…significa…reducir los recursos para la sanidad, la educación, la vivienda, las carreteras y los servicios indispensables para una vida civilizada”3. ¿Se contendrá la ira campesina sin costo social cuando inicien las expropiaciones de sus ejidos y tierras comunales a favor de las trasnacionales que vendrán a explorar y explotar la reserva de hidrocarburos? La apertura de Pemex, ¿es una reforma del futuro o del pasado?: “…aunque los recursos energéticos potenciales son evidentemente enormes y ameritan una explotación intensa, racional y exitosa, ¿por qué concentrarse en eso, siglo XIX, en lugar del siglo XXI?... ¿en qué medida las reformas que han sido aprobadas y cuya segunda etapa está en proceso se apegan a la lógica de avanzar lo importante para el futuro?”4.

 

No es una reforma en particular lo que significa al diseño de gobierno, es el conjunto de iniciativas lo que le da cuerpo al modelo reformista del presidente Enrique Peña Nieto. El modelo es el mismo que potencia Carlos Salinas. Surge del llamado Consenso de Washington en los años ochenta del siglo pasado y plantea genéricamente diez acciones a cargo del Estado: 1) disciplina fiscal; 2) nuevas prioridades de gasto público; 3) reforma tributaria; 4) liberalización financiera; 5) tipo de cambio real; 6) liberalización comercial; 7) expansión de la inversión extranjera directa; 8) privatización de empresas públicas; 9) desregulación; y 10) garantías al derecho de propiedad.

 

El modelo descansa en ajustes que buscan solucionar problemas de inflación, endeudamiento externo, déficit fiscal, etcétera. Se concentra en reformas macroeconómicas que no modifican aunque sí deterioran los niveles de bienestar de la población al dar inicio un ciclo de bajo crecimiento económico. Entonces, el asunto a dilucidar es ¿por qué México no crece a tasas más elevadas de su producto? La tesis oficial es que hace falta profundizar en el modelo. Algunos especialistas como Jaime Ros Bosch5 opinan lo contrario: el problema del bajo crecimiento es el modelo que descansa en el sector externo –con sus variables que el gobierno no controla- y no en el mercado interno.

 

México está mal diagnosticado.

 

México pierde control de su moneda

 

Tal y como ocurre con los países de la zona euro, en México se le empieza a quitar el control de su moneda al Banco de México. La política monetaria pasa a depender cada vez más de la cúpula empresarial, nacional e internacional. Ello explica el por qué Banxico tiene sólo objetivos de control de la inflación y no de crecimiento económico. Países como España han tenido que aplicar medidas de ajuste de corte draconiano porque perdieron su soberanía monetaria. No cuentan con mecanismos de ajuste que no sea la restricción del gasto público.

 

El modelo reformista del Presidente depende de la inversión de las grandes trasnacionales y en este sentido, sus reformas no modifican el escenario de concentración económica, sino que buscan esencialmente adecuaciones institucionales que ofrezcan más garantías a la inversión.

 

Huntington6 descubre la relación entre desarrollo económico e inestabilidad política y social. Cuando los países son exitosos y elevan el ingreso de sus habitantes crecen sus expectativas de bienestar y cuando éstas no son cubiertas por los gobiernos, las tensiones y conflictos se multiplican. Hoy, se sabe, por ejemplo, que a un incremento aritmético del ingreso corresponde un incremento exponencial en las expectativas de las personas. La gobernabilidad de las últimas tres décadas ha estado ligada al bajo crecimiento. La crisis no ha sido de incumplimiento de expectativas sino de fracaso en el modelo.

 

Materias primas vs. economía del conocimiento

 

Se ha apostado al sector externo y a la privatización de áreas estratégicas como el petróleo, lo que no deja de ser paradójico. Justo cuando la economía del conocimiento, la innovación y el avance científico han tomado derecho de residencia, la estrategia mexicana está anclada en la apertura de un sector de recursos no renovables. El diseño y la estrategia en los países económicamente desarrollados descansa más en el mercado interno y en la economía del conocimiento, que en la sobreexplotación de sus recursos naturales no renovables.

 

La transformación económica en México tendió a coincidir con su proceso de cambio político. Algunos ajustes en la economía precedieron o se dieron simultáneamente a algunos cambios de diseño en el régimen.

 

¿Qué posibilitó que el gobierno de Enrique Peña Nieto lograra concretar varias de las reformas que Vicente Fox y Calderón fueron incapaces de procesar? En primer lugar, el surgimiento del viejo paradigma de la presidencia fuerte en oposición al interregno político que significó el periodo 2000-2012 en el que surgen verdaderos factótums de poder que actúan con agenda propia; en segundo lugar, la fragmentación de la derecha panista y de las izquierdas, así como por el control que ejerce la facción maderista en Acción Nacional y chuchista en el PRD; y, en tercer lugar, un ejercicio autoritario y selectivo del poder que ejerce la acción penal como estrategia de control para una amplia gama de actores relevantes del sistema en la lógica de la disciplina o la cárcel.

 

“Decir que los legisladores legislan es un sinsentido”

 

Un punto fundamental para explicar el proceso político del modelo reformista está en la táctica del blikzkrieg: todas las reformas al mismo tiempo. Muchos legisladores ni siquiera conocen el contenido de las reformas que votan. Con las leyes reglamentarias es lo mismo, con la agravante de que muchas de ellas no se elaboran en el Poder Legislativo.

 

“Hoy, decir que los legisladores legislan es un sinsentido. Lo es porque ese grupo de legisladores ha denigrado esa función, reduciéndola a una oficialía de partes donde reciben iniciativas intocables o elaboradas por consultoras que les llevan la mano si es que ellos participan en la redacción de leyes que presentan como propias.

 

El Congreso ya no es el lugar donde se legisla, es la recepción donde se estampa el sello de recibido y aprobado…esos legisladores han delegado su función a los secretarios del Ejecutivo o al despacho privado (…) Esos legisladores han encontrado un gran negocio. Dejan que otros hagan las leyes y, en el ejercicio de levantar la mano, aseguran prebendas, prerrogativas, cargos o favores (…) Muy poco les importa legislar sobre las rodillas porque, en el fondo, su anhelo no es contar con un escritorio sino conservar la silla donde le ponen precio a su voto (…) agradecen ser entrenados para meter la pata y levantar la mano (…) les encanta simular la dictaminación de leyes a puerta cerrada o a solas (…) hábiles en el arte de cambiar de collar sin quitarse la cadena…”7. El Congreso se convierte en un instrumento de régimen que procesa una a una las reformas del Presidente: 1) la educativa; 2) la energética; 3) la hacendaria; 4) la financiera; 5) la de telecomunicaciones; 6) la política; 7) la de transparencia; 8) la de combate a la corrupción, etcétera.

 

Reformas salinistas

 

Las reformas salinistas se enmarcaron en la idea de que México podía transitar al mundo desarrollado; ahora, el argumento fundamental de la máxima apertura es la de detonar el crecimiento económico con base en la entrada de capitales en el nicho más lucrativo de los negocios globales: la energía y el petróleo.

 

Lo que significan los 16 meses de gobierno de Enrique Peña Nieto es el modelo reformista con el que llegó al poder y su diseño político para procesar sus iniciativas en un Congreso carente de iniciativa. La viabilidad de la administración federal y de su proyecto de transexenalidad depende de las reformas que, por sus resultados en las últimas tres décadas, quedan como expresión de un gran mito político: que con ellas México logrará el crecimiento económico y ganar su futuro. No hay nada en el pasado y sobre la realidad de hoy que así lo confirme.