Una buena, Guichicovi, y una mala, Matías

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La buena en San Juan Guichicovi

 

La buena es que hubo un ayuntamiento que edificó 412 obras en tres años. Deportivos, techumbres, aulas, caminos, pavimentaciones, electrificación, cocinas comunitarias, unidades de salud, intenso trabajo en sus 46 agencias y la cabecera municipal.

 

San Juan Guchicovi, municipio del Bajo Mixe, enclavado en la zona norte del Istmo de Tehuantepec, apoya en serio el deporte y la educación, no por nada un joven oriundo del lugar obtuvo el primer lugar nacional en dibujo. También tienen un campeón de ajedrez. Su Feria del Libro, su marimba, su gastronomía con la que han ganado distinciones regionales.

 

Iniciativas de trabajo no escasean, con la creación en este trienio de la Feria Ganadera de San Juan Guichicovi recibieron impulso los ganaderos sanjuaneros, con el intercambio de experiencias de ranchos exitosos y su ganadería de alto registro; con empresas proveedoras de insumos, con comercializadores.

 

La presidenta municipal, profesora Francisca Pineda Vera, primera mujer al frente de un Ayuntamiento ahí, echó fuerte hacia adelante la nueva historia del municipio, que desde el año 2002 inició su marcha hacia mejores condiciones de vida, cuando Raynel Ramírez Mijangos, después de dos intentos infructuosos, ganó por fin la presidencia municipal con el PRD.

 

No por nada dos ex agencias municipales de Matías Romero busccaron anexarse a San Juan, una lo logró. Decisiones como esas explican demasiado. Por ello, San Juan Guichicovi es el Ayuntamiento del Trienio. Muy diferente a su vecino, el municipio de Matías Romero.

 

La mala: la ASE y Matías Romero

 

Las prácticas de corrupción aumentan y las instituciones encargadas de combatirlas se empequeñecen. La Auditoría Superior del Estado de Oaxaca (ASEO) es un elefante blanco, es una oficina para el desaseo. Si desapareciera nadie lo notaría, de hecho no se nota, pocos reparan en su existencia. Sin ella se cumpliría mejor el objetivo que la creó: inhibir la corrupción. Parece un contrasentido, se dirá que aunque haga poco es mejor que nada. Pero no es así, explicamos.

 

Ya no es secreto que la mayoría de auditores recorren los municipios en busca de hacer negocios turbios. Para regocijo de los aficionados a desviar recursos, quienes al entregar su cuota al auditor se tornan impunes. Así, la ASEO en vez de detener la corrupción la incrementa.

 

Si ya libraron hasta las inocuas observaciones de “no solventado” de la ASEO, único “castigo” que llegan a recibir en el invisible portal de internet de la dependencia, tienen todas las arcas abiertas a su voluntad. Total, sale barato ese pago de impunidad.

 

Un ejemplo escandaloso de esa dinámica es Matías Romero, hoy zona de desastre. Desde los inicios del reinado del panista Etelberto Bernardino se notó la tendencia pues se deshizo de quienes no eran como él. No querían gente capaz sino cómplices.

 

El primer Secretario Técnico de ese Ayuntamiento, ingeniero Carlos Cruz Hernández, profesional probo con sólida experiencia en planeación gubernamental, fue rápidamente despedido. De hecho era imposible hacer un buen trabajo ahí, nos dijo, “no había documentación comprobatoria, no había expedientes técnicos de las obras, todo es un caos”.

 

Sin embargo, nunca tuvo ese ayuntamiento una observación por parte de la ASEO, desde el primer año a todo le ponían solventado. Una mínima revisión de campo demostraría lo contrario. Pero caminar bajo el sol cansa, y en la ASEO descansar es lo redituable.

 

Y para cerrar con broche de oro un bonito regalo que muestra el buen entendimiento ASE-Etelberto Bernardino: un diploma al municipio menos transparente de todos por “Cumplimiento y el compromiso con la ciudadanía en la correcta Administración Pública Municipal”.