Iglesia pide dinero para ayudar y se lo queda

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En la misa del Sábado de Gloria en la catedral de Tuxtepec, el párroco Juan Martínez Flores leyó que la diócesis había recolectado 216 mil pesos para entregarle a los 17 lesionados e indemnizar a las familias de los cuatro muertos de la tragedia. Los perjudicados declararon en conferencia de prensa que ninguno de ellos ha recibido algo de esos recursos recolectados.

 

La débil cimbra de madera de lo que sería parte del techo de la catedral de Tuxtepec, conocida como La Barca, se derrumbó estrepitosamente este 3 de marzo. La nota de la tragedia dio la vuelta al país y el mundo católico rápidamente. Fueron cuatro los albañiles que murieron en ese derrumbe, así como 17 lesionados de gravedad, de los 30 en total que ahí trabajaban. Noticia de trascendencia, para las primeras planas.

 

Lo que era evidente, pronto fue confirmado: esa obra realizada directamente por la diócesis de Tuxtepec, sin el concurso de una empresa constructora a pesar de sus grandes dimensiones, no sólo carecía de proyecciones de calidad, ni siquiera cumplía con los estándares mínimos de construcción. Una cimbra de madera para sostener un área de colado de las dimensiones de una bóveda de un templo y a 20 metros de altura, no sólo era una negligencia a todas luces, sino una criminal decisión.

 

216 mil y nada entregan

 

Empero, días más tarde, el último de ese mismo mes de marzo se dio otra noticia de igual trascendencia, el fraude, la sustracción de dinero recolectado entre la población que la iglesia católica pidió para ayudar a las víctimas.

 

En la misa del Sábado de Gloria en la catedral de Tuxtepec, el párroco Juan Martínez Flores leyó que la diócesis había recolectado 216 mil pesos para entregarle a los 17 lesionados e indemnizar a las familias de los cuatro muertos de la tragedia de la Barca.

 

Los perjudicados declararon en conferencia de prensa que ninguno de ellos han recibido nada de esos recursos recolectados entre la población. Esta noticia es de similar trascendencia que la caída de la cimbra con los cuatro muertos, pues no sólo ha salido a relucir una vez más la voracidad y deshumanización de la iglesia católica, sino ahora hasta lucran abiertamente con el dolor que esos mismos profetas de Jesús provocaron.

 

Pecadillos de poca monta, dirán los curas católicos también campeones en el delito de pederastia (hay uno en Oaxaca acusado de abusar de 100 niños), pues en materia de construcción de sus negocios o iglesias no han dudado en ofrendar a dios la sangre de miles de “indios laborantes”.

 

La Iglesia siempre infiel

 

En la construcción del templo de Santo Domingo de Guzmán de Oaxaca de Juárez, “vanidad entre las vanidades lugareñas, Felipe II, El Funesto, cooperó a la construcción del monumento que costó 12 millones de pesos y mucha sangre de indios laborantes”, según el escritor oaxaqueño Jacobo Dalevuelta, en su libro Cariño a Oaxaca.

 

Como en ese remoto pasado, como siempre, la casta clerical continúa con su explotación a los lugareños, con su manejo de tan redituable marca: la cruz de Jesús, de una Iglesia que él no fundó, dicen sus críticos.

 

Curas le entran a todo

 

Con tal de allegarse recursos para la terminación de su catedral, la jerarquía católica en Tuxtepec hace de todo, hasta ir en contra de los que enarbola como sus valores morales. Se realizan programas “show calientes” para recaudar fondos para la construcción de “La barca”, la nueva catedral de Tuxtepec.

 

“No queremos pelear con la diócesis —dijeron —, solo que continúe nuestra atención médica, todavía no estamos bien” fue el reclamo de uno de los jóvenes, que aún usa collarín y mencionó tener “agua en la cabeza”.

 

De los 37 trabajadores de la construcción que laboraban en la construcción de la nueva catedral de Tuxtepec, sólo 7 de ellos tenía afiliación al IMSS por parte de la patronal –informaron—, los demás la iglesia-patrón los tenía en la indefensión no obstantes los altos riesgos de trabajo de este sector.

 

Contrario a lo que un entrevistador esgrimía de la misericordia los sobrevivientes de la “misericordiosa tragedia” (sic) y de que éstos no pedían cárcel y de que manifestaban estar recibiendo ayuda de la curia-patrón, en una notoria defensa a esa curia irresponsable, en la conferencia de prensa los explotados y ofendidos manifiestan con claridad su inconformidad:

 

Explotación excesiva

 

La queja principal es que, desde los inicios de la obra era que sólo 7 tenían seguro, el resto de los 30 trabajaban a su suerte. Los trabajadores señalaron que varias veces se acercaron al encargado de la obra, el arquitecto y director de Desarrollo Urbano en la actual administración, Wulfrano Barranco, este les daba largas y se iba a hablar con el supervisor de la obra, que era el mismo padre Alejandro Fernández Romero, quienes se hacían los desentendidos.

 

También expusieron el mal trato, bajo salario, además de las mínimas prestaciones y horas extras que tenían que laborar, lo cual hacían por la necesidad y difícultad de encontrar otro empleo.

 

Detallaron que la atención médica fue deficiente, sólo les recetaban paracetamol, les quitaron el yeso antes de tiempo, no les dieron las valoraciones necesarias y dieron de alta a personas que aún padecen de dolores y necesitan tratamiento.

 

¿Y el amor al prójimo?

 

Los trabajadores hicieron hincapié en que no buscan otra cosa que la atención médica debida, humana para una pronta recuperación, no tienen la intención de echarse de enemigos a la iglesia.

 

Externaron que están desmotivados, al ser la mayoría creyentes de la fe católica, que los propios sacerdotes, guías espirituales, no actúen como lo que pregonan que es el “amor al prójimo”.

 

El grupo de 26 trabajadores aseguró que continuarán con su búsqueda de respuesta, pues también les interesa que las autoridades encargadas de la seguridad indaguen y deslinden responsabilidades por el trágico accidente, el cual revelaron fue pedido a las prisas, pese a que los albañiles sabían que la cimbra no estaba bien cimentada, pero la petición de los sacerdotes era que estuviera antes de Semana Santa y realizar en la Barca las misas.

 

Por cierto, este grupo agraviado fue bautizado por algún”creativo” como “634 SOMOS”: 6 por lo años que lleva esa construcción; 3 por ser el tercer mes del año el desplome; y 4 por el número de muertos. Qué ganas de confundir.

 

La falta de seguridad

 

Con este percance se constató que muchos no contaban con Seguro Social donde los patrones debieron haberlos inscrito. Fueron trasladados a diversos centros médicos, cómo el Hospital General, el IMSS, el ISSSTE y la Cruz Roja.

 

Mediante comunicado, el IMSS señaló que jamás negó la suscripción a sus servicios de los trabajadores y que ellos estaban asegurados. Sin embargo, el representante legal y el obispo actual, José Alberto González Juárez, señaló que se terminaría de registrar a los trabajadores que hacían falta para que continuaran con su tratamiento.
Pero en su conferencia de prensa los trabajadores acusaron con claridad, y últimas informaciones confirman sus dichos: nunca recibieron seguridad social, sus sueldos eran bajos e, incluso, después de la tragedia el dinero que los curas han pedido para ayudarlos no ha llegado a ellos.