Paga la renta guixha

Un incipiente político tehuano con ansia de robar y con la bendición de su madre llegó a la capital. Otro político, oriundo del mismo lugar, algo veterano que ya había robado mucho, ahora rentaba casas por interpósita persona. En una de esas se acomodó el bisoño.

 

El encargado de cobrar la renta se ausentó una temporada y el mero dueño tuvo que hacerse cargo. Obviamente, el político en ciernes no sabía que quien tocó a su puerta era el verdadero dueño de la casa, así que lo recibió y le ofreció un güisqui caro, lo condujo a una mesita del jardín, la casa era grande, con patios y estancias, así que mientras caminaban recorriéndola le presumía cada lugar. Al llegar a un balcón, hizo abiertamente ostentación.

—¿Cómo ves mi casa, paisano, ta' bonita, no?

—Tú casa, ne' –le respondió el dueño-, déjate de mariconadas y págame los dos meses de renta, guixha.

 

Burócratas que no trabajan

 

Después de bordear tres poblados debido al mismo número de bloqueos en la carretera, el paisano llega por fin a la Azul Mantequera. Ya era tarde pero aún pudo llegar antes de las siete de la noche a las oficinas de Planeación.

Era la tercera ocasión que volvía con su proyecto. En las dos ocasiones anteriores en vez de aceptárselo le exigieron corregirlo.

Sólo había acudido a esa oficina por la mañana, así que preguntó al guardia de la entrada si trabajaban por la tarde.

—Por la tarde no vienen –respondió el policía-, es por la mañana cuando no trabajan.