Los del “Bani”, repetición de sus orígenes

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El conflicto en el grupo que durante décadas ha controlado y usufructuado el Bani Stui Gulal, es penoso al tiempo que natural en ese grupo que nació mal. Falsean la historia los miembros de esta agrupación quienes ahora presentan a su Asociación Civil, Grupo Folclórico de Oaxaca, como resultado de una evolución desde que salieron del Grupo Folclórico Universitario (de la UABJO, el primer grupo folclórico de la entidad).

Su historia es otra, desde que en 1969 Arturo Ocho Canales saliera de ese grupo universitario llevándose consigo vestuario y demás material hacia lo que después sería su Grupo Folclórico A. C. Los afectados lo denunciaron entonces y aún ahora pueden dar testimonio de este hecho. Contaba Canales sin duda con el apoyo de los hombres del gobierno, quienes lo retribuyeron con empleo y recursos. A la sazón el director del turismo del gobierno del estado era José Estetan Acar, otro célebre comercializador de “la cultura oaxaqueña”.

Necesitaba el gobierno a sus propios folcloristas menos insumisos que los universitarios, por eso emplearon a los nada espontáneos escindidos del grupo universitario. Las fiestas de la Guelaguetza iba creciendo y la dirección de turismo requería de tener a quienes poder manejar de acuerdo a sus necesidades tanto políticas como de atención al turismo.

Después el siempre acomedido Canales siguió cerca de los jefes de las dependencias de turismo del estado. Una época destacada fue cuando Arturo López Ramos fungiera como titular de turismo, tiempo en que el crecimiento de los visitantes ya fue importante, lo que les permitía hacer hasta doble boletaje, el que se reportaba como vendido y el que realmente vendían. Pingües negocios como esos eran comentados en esa época en los medios.

Durante décadas (en lo que su hija crecía) la familia Canales-García se encargó muy a gusto de ofrecer su espectáculo en la Plaza de la Danza, a cambio de cargos y los 150 mil para montar la obra, entre otras regalías. Para entonces ya habían registrado como suyo un espectáculo que ellos no crearon ellos sino intelectuales oaxaqueños.

Precisamente, el Bani Stui Gulal es un espectáculo creado de manera intencionada para el consumo turístico, en el sentido estricto de este último concepto, es decir para visitantes que vienen a consumir folclor, exotismo, cosas diferentes y sorprendentes para ellos.

No es el llamado Bani algo esencial de Oaxaca, pues en una muy forzada traducción del zapoteco se le llama en español “Repetición de lo antiguo”. Con elementos históricos aunque basado en  folclorismo y grandilocuencia se presenta este espectáculo de apenas 40 años de creación, las diversas épocas de las fiestas de los Lunes del Cerro, ahora llamada Guelaguetza.

Desde el punto de vista económico, punto central en toda sociedad, la paulatina creación y recreación de tradiciones, costumbres y festividades de los oaxaqueños, ha sido un acierto, pues durante décadas han apoyado la economía de los valles centrales en esta temporada. Tanto este Bani Stui Gulal, como la misma Guelaguetza y Donají, la Leyenda, son nuevas tradiciones.

La Guelaguetza surgió en 1932 con el llamado “Homenaje Racial” para celebrar los 400 años de que Oaxaca fuera elevada a categoría de ciudad, cuando, por convocatoria del gobernador del estado, por primera vez  los representantes de la siete regiones culturales de Oaxaca llegaron con sus bailes y música al Cerro del Fortín, lugar donde desde épocas prehispánicas acudían sólo los zapotecas del Valle a sus fiestas de los Lunes del Cerro. Esto constituyó un cambio radical.

Un par de años después el “Homenaje Racial” se tornó en  la Guelaguetza de los dos lunes de julio, fiesta turística que desde entonces tomó “prestado” ese concepto tradicional zapoteca: Guelaguetza, que significa ayuda mutua y colaboración recíproca, de las mejores prácticas de sobrevivencia que conservan los diezmados pueblos indígenas de Oaxaca en su vida comunitaria basada mayoritariamente en los coloniales (y por ende autoritarios) usos y costumbres.

Para que la Guelaguetza tuviera otros espectáculos en que apoyarse como atractivo turístico es que se han creado múltiples actividades como las ya mencionadas  y recientemente la Feria del Mezcal.

Tanto el espectáculo “Donaji la leyenda” como la Guelaguetza están bajo la responsabilidad del los gobiernos municipal y estatal, respectivamente, no así el Bani Stui Gulal que ha estado siempre en poder de la familia mencionada y por lo mismo considerado patrimonio familiar. Así como cualquier patrimonio hoy se lo pelean los padres  (Arturo Ochoa Canales y Teresa García Pinacho) contra su hija (Yolanda Ochoa García) que reclaman sus derechos sobre dicho espectáculo y su A. C. Quizá lo peleen por el gran amor que le profesan al folclor, sin duda.

De esta manera los iniciadores del Grupo Folclórico A. C., que no del Bani iniciado por el Grupo Universitario, han vuelto a sus orígenes, cuando salieron de este último llevándose el vestuario y el arreglo de ser ellos y ya no el grupo universitario quien se encargara del espectáculo en la Plaza de la Danza. Hoy Yolanda acusa a sus padres de hacer lo mismo, de llevarse otra vez el vestuario. Interesante historia circular del Grupo Folclórico A. C. que así retorna a sus principios, a la repetición de sus orígenes no tan antiguos en 1969.

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