“Daninayaloani”, Cerro de la (clausurada) bella vista

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El Auditorio Guelaguetza es uno de los más genuinos productos históricos de los oaxaqueños. Construido en el Cerro del Fortín, lugar que fue asiento de las prácticas rituales indígenas precolombinas. Se ha escrito que era una fiesta dedicada a la diosa Centéotl de los zapotecas, quienes denominaban al hoy Cerro del Fortín “Daninayaloani”, Cerro de la bella vista. (Vista hoy clausurada).

Los Lunes del Cerro se establecieron en ese mismo lugar con la llegada de los Aztecas, donde acudían habitantes de Xochimilco, Mexicapam y Jalatlaco. Alfredo Chavero, en su libro “México a través de los siglos”, describió el ritual de estos nuevos pobladores, en las mismas fechas que los anteriores con la probable reproducción en Huaxyacac de la fiesta de los “Grandes Señores” que hacían los aztecas en el Cerro de Chapultepec de Tenochtitlán.

El doctor Reyes Mantecón asienta que probablemente el Cerro de Chapultepec fuera sustituido por el Cerro del Fortín y el Templo de Tezcatlipoca por un Teocalli que fue derruido por los misioneros católicos para erigir ahí en 1679 la Ermita de la Cruz, que después se convirtió en el Templo del Carmen Alto, que instituyó sus fiesta en las mismas fechas de las indígenas precedentes.

En esas fechas de cada año las familias del valle acostumbraban ir al Carmen Alto, subir al cerro, desayunar, pasear, comer y recoger azucenas. Bajaban por la tarde con sus racimos de flores, la mayoría de las veces bajo la lluvia, cuentan los historiadores. En el México independiente las fiestas prosiguieron con su carácter popular, con las Fiestas del Carmen Alto, y sus gigantes y marmotas. Siempre dos fiestas en un lapso de ocho días.

En el IV Centenario de la ciudad de Oaxaca en 1932 inició la historia reciente de la Guelaguetza. Para realizar un magno festejo a la no menos histórica Huaxyacac, Antequera de Indias, Segura de la Frontera… Oaxaca de Juárez, se invitó a pueblos de las regiones a traer sus bailes y danzas, y un 25 de abril de ese año se realizó el “Homenaje Racial”, en la aún conservada Rotonda de la Azucena.

Lunes del Cerro, Rotonda de la Azucena, son conceptos cuya genealogía viene de la larga historia de la vida cotidiana de este pueblo. Incluso la palabra Guelaguetza con que se denominó a la nueva fiesta, tiene, entre otros significados, el de “tortilla de milpa zapoteca”: Guela (milpa), Guet (tortilla) y Za (zapoteca). En términos amplios significa ofrenda.

En 1953, con el gobierno de Manuel Cabrera Carrasquedo, se presenta la Guelaguetza como se conoce hoy, agregada de manera monumental a los dos Lunes del Cerro. La construcción del auditorio vendría después, iniciaría en 1974 a instancias del ex gobernador Víctor Bravo Ahuja; Luis Echeverría puso la primera piedra. Construcción monumental inspirada en los teatros griegos al aire libre, financiada y a cargo en exclusiva del gobierno federal. Fue inaugurada el 22 de julio de 1975 por Bravo Ahuja y el ex gobernador Manuel Zárate Aquino.

Lo anterior son datos reveladores de María de los Ángeles Fernández Mondragón, que pueden leerse en su ensayo-reportaje publicado en el reciente número de la revista En Marcha (http://revistaenmarcha.com.mx/reportaje/720.html). Se lamenta ahí la pérdida de brújula del actual gobierno de proseguir con las disparatas iniciativas del errático gobierno anterior. También se desprende de ese trabajo que al proseguir con estas decisiones, como es cubrir absurdamente con lonas ese teatro “griego” tan caro al sentimiento de los oaxaqueños, el daño a los históricos festejos oaxaqueños por excelencia es muy alto: “Festejos del Lunes del Cerro, Guelaguetza y auditorio al aire libre: ícono indisoluble de identidad oaxaqueña”.

Las atropelladas decisiones del gobierno anterior no sólo violentaron la historia y el destino de Oaxaca como con los infaustos sucesos de 2006; ahora con la alegre colaboración del gobierno del “cambio” habrá un giro no menos detestable a las fiestas de la Guelaguetza con un despilfarro de recursos para destruir lo que generaciones de oaxaqueños brillantes lograron construir. Un poco escrupuloso constructor, hoy encargado de las obras públicas, tomó la batuta en proseguir con cubrir el auditorio, lo que fue, es y seguirá siendo rechazado por la inmensa mayoría de oaxaqueños.

Fernández Mondragón destaca algunas de esas decisiones de Ulises Ruiz: “En el invierno de 2009 se dio la voz de alerta ciudadana. Iban a techar el Auditorio Guelaguetza. Tal propuesta la formuló Beatriz Rodríguez Casasnovas, secretaria de Turismo. Eran los días de gloria. En 2005, modificó todo el esquema del tradicional festejo. Estableció 4 representaciones. No respetó tradición ni efeméride luctuosa de Benito Juárez. Ese 18 de julio fue Primer Lunes del Cerro. Burócratas, colonos y campesinos cubrieron espacios. En 2006, las hordas de la APPO quemaron el auditorio. En 2007, con sarracina y todo, la fiesta se realizó. Ya en 2008 y 2009, todo estaba bajo control. Los fuertes aguaceros vespertinos de aquellos días estivales, dieron la ocasión a tan poderosa dama. Se montó en un potro y exigió velaria. Ese otoño cabildeó intensamente. Sería la obra magna del régimen”.

¿Son esas las decisiones que se deben convalidar a como dé lugar?, sin importar la perdida de aceptación al nuevo gobierno por parte de quienes votaron precisamente contra esa forma caprichosa de ejercer el poder público. No está claro lo que declara Netzahualcóyotl Salvatierra, en el sentido que de no proseguir con la obra tendríamos que devolver a la Federación ¿más de 100 millones de pesos que costó? ¿Cuándo ha pasado eso? Cuando una obra no se termina se devuelve la parte que no se ejerció, nada más. ¿Acaso lo que dice el encargado de convalidar obras absurdas del pasado es que tendría Oaxaca que pagar lo ya dilapidado en la construcción de esa velaría? Si eso dice, eso no es así.

Antes del siglo pasado los políticos tenían la capacidad de saber lo que quería su sociedad, supuestamente; con el crecimiento de las sociedades se hizo más difícil, y se auxiliaron desde principios del siglo pasado con la mercadotecnia y sus herramientas. ¿De verdad creen que hace falta una encuesta para saber que el pueblo no quiere ese adefesio? No hemos escuchado a alguien que diga que le gusta, desde políticos encumbrados hasta el más destacado pintor de Oaxaca, Francisco Toledo, la rechazan.

Lo sensato sería desmontarla antes que lleguen los visitantes y nos pillen con esa simpleza. Venían a disfrutar la Guelaguetza en el marco de su privilegiado espacio natural y arquitectónico, con el monumental paisaje colonial enfrente. Todo lo cual ha sido clausurado. Hay quien dice que lo esencial era este “espacio cósmico”, pues para verla en un teatro cerrado, mejor que les lleven la Guelaguetza al Auditorio Nacional o a un Circo Atayde.

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