Usos y costumbres, batallas en puerta

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Puede haber múltiples interpretaciones y argumentos que justifiquen las coaliciones de partidos, pero pocas que las expliquen con sencillez. Una de estas explicaciones la encontramos en la revista “emeequis” en su número 232 del 12 de julio. En ese número se cuestiona a los responsables de empresas encuestadoras sobre sus dificultades para atinarle a la realidad en sus trabajos en estados como Puebla y Oaxaca, donde todas estuvieron muy lejos de los resultados finales de la votación. La mayoría adujo que por el voto oculto. Cuando la partera es mala…

Sin embargo, entre esas declaraciones Federico Berrueto opinó sobre las motivaciones de las alianzas de partidos. Dijo sencillamente que: “Las alianzas se construyeron donde habías más posibilidades de ganar dado el ambiente de rechazo al gobierno en turno. Si hubo una estrategia de campaña exitosa fue la de enfatizar ese sentimiento de rechazo. No es que haya habido buenas campañas o alianzas. La gente esta confiando en su voto para quitar del poder a los que no gobiernan bajo sus estándares.”

Un acierto del equipo opositor en Oaxaca fue enfocar sus baterías contra el gobernador Ulises Ruiz antes que hacia Eviel Pérez Magaña. Esa táctica que destacaba la figura del gobernante con muy baja aceptación entre los votantes fue letal. Y si a eso le sumamos lo que dijo Martín Vásquez, uno de los seis “aspirantes precandidatos” priistas, que el delfín resultó ser “el rival más débil”, pues peor.

Pero estos combates pasaron. Aunque ya hay gobernador en puerta, se avizoran otras batallas de fuerte envergadura. Faltan cuatro meses para el cambio de gobierno pero al parecer hay algunos que velan armas. Sobre todo al desatender el equipo triunfador la recomendación de Maquiavelo: “Hay cosas que se hacen pero no se dicen”.

Ahora sigue ver cómo se dan los combates que se avecinan en los municipios de usos y costumbres. Municipios deliberadamente fuera del régimen formal democrático del país, que tienen la posibilidad de nombrar a sus autoridades municipales en asambleas y como ellos quieran: por ternas, por votación a mano alzada, por urnas, con rayita en el pizarrón y hasta por aclamación estilo “aplausómetro”.

Muchos de estos municipios se encuentran no sólo fuera del marco constitucional sino de los elementales derechos humanos, al prohibir la participación de la mujer; en muchos lugares ellas no tienen derecho al voto y menos a ocupar cargos en el ayuntamiento.

Por lo anterior tiene sentido la llegada de Eufrosina Cruz como diputada plurinominal al congreso local, la mujer que fue reprimida por ser mujer cuando intentó competir con los pequeños tiranos usoscostumbristas de su población, Santa María Quiegolani. Veremos si logra romper un poco esa lacerante tradición que los grupos de interés local de tintes caciquiles quisieran inamovible. Todo en aras de una falsa originalidad indígena. Las instituciones de usos y costumbres fueron implantadas por el clero durante la época colonial. Veremos si Eufrosina de verdad es subversiva o sólo quería cargo. Nadie como ella tendrá una enorme responsabilidad moral en el Congreso. El PAN la puso ahí.

Sin temor a equivocarnos podríamos asegurar que usos y costumbres forma parte más del folclor que rige a esos pueblos que de una cultura humanista y solidaria. Sus rasgos son más bien primarios, intolerantes, con una atávica carga: su desvalorización de la mujer, y la religión católica como religión de “Estado”, por llamarla de alguna manera. Incluso sus teóricos defensores, muchos de verdad preparados, se tornan intolerantes con quienes osan criticar esas tradiciones y costumbres.

La discriminación, castigo y hasta expulsión de sus municipios de sus mismos paisanos o hermanos que practican una modalidad religiosa diferente es cada vez más frecuente. Y no es que esas nuevas sectas sean mejores, en ocasiones son peores: los incitan a repudiar los símbolos nacionales, tienen mayor sujeción sobre sus pocos informados fieles, les arrancan el diezmo a sus de por sí pobrísimos seguidores. Pero no por eso las altas autoridades de usos y costumbres habrían de reprimirlos y expulsarlos. En este nivel de calidad humana, cada quién debería tener la “libertad” de ser esquilmado por quien elija.

En municipios como éstos (no son todos así, claro está), que en total son 418, se disputarán el PRI y los partidos de oposición la elección de nuevos ayuntamientos. No obstante el eufemismo del apartidismo de esos pueblos, nada más natural que la presencia de los partidos políticos en ellos. Lo previsible es que acorde a su tiempo de debacle el PRI también se bata en retirada en muchos.

Municipios de usos y costumbres como San Agustín Loxicha y Candelaria Loxicha tendrán elecciones antes de fin de año. En ambos la autoridad municipal, presidente y administrador, respectivamente, han gobernado a entero capricho; arbitrariedades y corrupción es el sello de ambos, claro protegidos, ¿desinteresadamente?, por sus “padrinos” Bulmaro Rito de Coplade y Héctor Pablo Ramírez, diputado por la Costa.

En el primer municipio el presidente quiere heredar el cargo a su hermano; en el segundo el administrador lleva casi dos trienios en el poder municipal, y se apresta a dejar sucesor, de nuevo con la alegre colaboración del director de Usos y Costumbres del Instituto Estatal Electoral, profesor Jorge Cruz Alcántara. Al de San Agustín le reclaman aclare el destino de la friolera de 106 millones de pesos; al de Candelaria 37 millones. Ambos militantes del PRI. Eso explica porqué de acuerdo a cifras preliminares el PRI en los loxichas perdiera ampliamente en las elecciones recientes.

A pesar de su caída, el PRI obtuvo casi la mitad de los 152 municipios del régimen de partidos recién disputados, 73; la coalición opositora también 73 (51 PRD, 18 PAN, 4 Convergencia); 3 Unidad Popular y 1 Nueva Alianza. Sólo un municipio tendrá elecciones extraordinarias  por un empate de votos. Perdió el PRI la mayoría de los municipios más grandes; ganó sobre todo en los rurales. De ahí que confíe en su hegemonía en los de usos y costumbres (que son 418 pero apenas representan poco más del 30 por ciento del total de la población).

Empero, no podemos decir que se disputarán palmo a palmo los territorios importantes (rentables) de usos y costumbres, pues de nuevo los opositores tendrán ventaja al poner en remate emisarios del PRI las candidaturas de algunos de esos municipios. Un par de columnistas han comentado que hasta en 200 mil pesos el priista Alejandro Avilés ofrece en venta esas candidaturas, como antes lo habría hecho con los de partidos políticos. ¿No entienden?, ¿no hay cordura?, ¿de plano están en el proceso psicológico de la caída?, o ¿cuál es el plan? Estos personajes son de verdad desconcertantes.

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