Pemex, bomba de tiempo en Salina Cruz

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Oaxaca también ha sido objeto de las malas  “buenas ideas modernas” del siglo pasado. Sobre todo de una que se constituyó en el eje de la economía capitalista, sobre la cual gira el desarrollo como se entiende en esta perspectiva: la economía basada en el petróleo y en el automóvil.

Cercados, abrumados por estos dos elementos esenciales de la actual civilización, inermes permitimos que la contaminación apunte de plano hacia la extinción del planeta. Quizá sea atrevido usar el término civilización cuando se trabaja todos los días con intenso salvajismo por acabar con la capa de ozono, la vida en los mares y bosques.

México, a mediados de los años 70 del siglo pasado, festejó el hallazgo de ricos yacimientos petroleros, tanto en las sonda de Campeche, como en Veracruz, Tabasco y Chiapas. Cantarell fue la joya de la corona, que hoy se agota vertiginosamente.

Oaxaca también participó de esta euforia, con la instalación de la refinería “Antonio Dovalí Jaime”, en el puerto de Salina Cruz desde donde se planeó abastecer el mercado de los países de oriente. A la distancia todo es decepción, y el precio de ésta, otra de las malas ideas modernas, es hoy muy alto por donde se vea.

PEMEX, fundamentalmente, ha sido la gran escuela de la corrupción y desvergüenza nacional, la fuerza económica de este grupo mafioso que desde décadas atrás domina la empresa vía sindicato, y la obsecuencia interesada de los no menos corrompidos funcionarios de la empresa, han dañado mucho a nuestras sociedades. Y ni siquiera han cumplido con las expectativas con que llegaron a nuestras tierras, al istmo de Tehuantepec, que hoy está en jaque ante la posibilidad de un desastre que desde hace muchos años se ha mencionado. En los últimos meses y días las explosiones e incendios alarman a los enterados, sólo  en este mes de enero hubo una explosión y después un incendio en esa vieja y obsoleta refinería, en la caldera CB-6.

Irónicamente estos siniestros se dieron en el marco de un demagógico programa de Pemex llamado “Cero accidentes e incidentes”. Fue cuando se dio la explosión en la planta de Alquilación dentro de la refinería.

En el 2009 al menos en cinco ocasiones tuvieron que sacar de operación  algunas de sus 26 plantas de procesos, por fugas, explosiones, falta de mantenimiento, etc. Con información de quienes ahí trabajan, la revista En Marcha, actualmente en circulación, relata con precisión las irregularidades con que opera esa vieja y abandonada refinería. En el editorial de En Marcha se lee:

“A principios de la década de los 90 del siglo pasado Petróleos Mexicanos (PEMEX) lanzó al desempleo a cinco mil trabajadores; la suspensión de sus trabajos en lo que sería la segunda etapa de la Refinería significó un duro golpe a la economía del Istmo de Tehuantepec.


Nunca más hablaría Pemex de segunda etapa. Hoy sólo hablan de reconfiguración, de tecnificar procesos y no de contratar sino disminuir el número de trabajadores.

“Recibida con alegría por el número de empleos bien remunerados que presumía, la refinería en Salina Cruz, aunque propició una demanda más solvente y un mercado más amplio, no benefició  principalmente a los istmeños; los mejores puestos en la factoría, y los mejores cargos en la burocracia fueron para gente venida de Tampico, emporio del entonces poderoso cacique  Joaquín Hernández Galicia, “La Quina”, de Veracruz y de otras entidades. El ex líder de la sección 38, de la gran corrupción de los años 70 y 80 por antonomasia, Alfredo López Ramos, es veracruzano.
“Cercada por su geografía, por un costado el mar, por otro lado cerros, y con dos salidas saturadas de autos que avanzan a vuelta de rueda, ese municipio se encuentra casi encerrado, y de darse una conflagración, la gente tardaría mucho en poder salir  y ponerse a salvo. Hace un par de décadas la revista Proceso se ocupó de este asunto y ponía al Pemex de Salina Cruz como una bomba de tiempo.
“La negligencia de los directivos de la paraestatal, acentúa los peligros que una empresa de éstas conlleva; apenas al iniciar este 2010 ya se suscitaron un incendio y una explosión. Todo esto con la complicidad de los Ayuntamientos —como el actual de Héctor Becerril—, que, a cambio de recibir decenas de millones que la empresa les entrega sin fiscalizar, consienten los daños contra la municipalidad.
“La contaminación diaria, la lluvia ácida que derrama sobre la ciudad, sus desechos que tira al mar y que daña la vida de las especies marinas y la economía de los pescadores, el uso de casi toda el agua que se genera en las presas de la región y que son distraídas de la actividad agrícola, todo hace muy gravosa la permanencia de Pemex en el Istmo de Tehuantepec. Pero lo alarmante, es la posibilidad de una explosión mayor que destruya la vida en un área de 8 kilómetros. Ojalá nunca suceda.”

Pero no se puede pedir más a los dioses que están muy ocupados destruyendo naciones como Haití, es preciso atender con elementos de planificación proactiva estos altísimos riesgos no sólo para el puerto sino para esa zona metropolitana del Istmo que va de ahí a Juchitán pasando por Tehuantepec.

Ya en 1983 una enorme fuga incontrolable de amoniaco asoló a todas esas ciudades que por primera vez puso en alerta a la población sobre los riesgos inminentes de esa refinería. Miles de personas enfermaron de ojos, garganta y la piel, la que pudo huyó de la región hacia Coatzacoalcos o la Costa. En 1985 se dio otra explosión y quema de un tanque de almacenamiento de gasolina, otra en 1995…

Nuestros aspirantes al gobierno de Oaxaca nada dicen respecto de estos grandes problemas estatales, no esbozan un mínimo plan de atención a nuestras muy serias problemáticas, creen que con reuniones fotografiadas para la prensa van a mover las voluntades de los pueblos hacia ellos. Campañas light, superficiales, alejadas de los reales grandes problemas del pueblo de Oaxaca.

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