Jaltepetongo y Tecomatlán andan peleando terreno

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No hay interés por parte de los gobiernos por resolver o ayudar a resolver los problemas agrarios de Oaxaca. Problemas que tienen más de 400 años algunos, problemas que nacieron con Oaxaca, que certifican que desde nuestro origen nacimos mal. Los del gobierno sólo atienden estas diferencias, cuando ya hay conflicto, invasiones y hasta balazos. Por eso es que la gente de estos pueblos dice que se ven precisados a “provocar reacciones”.

Este jueves pasado los comuneros de San Francisco Jaltepetongo, Nochixtlán, que sostienen un conflicto por límites de tierra con San Miguel Tecomatlán, tenían una cita con funcionarios de la Secretaría General de gobierno de Oaxaca a las 10 de la mañana. A las 11:30 que llegamos por ahí aún nadie de esa dependencia se presentaba, y casi a las 13 horas tampoco. (Llamó la atención que el grupo de campesinos sostenían libros y revistas en animada lectura, la mayoría). Alrededor de tres horas perdidas por culpa de esa burocracia insensible, para que finalmente el señor subsecretario ofreciera disculpas por no acudir.

Pero esto no es casual, si bien la negligencia y arrogancia de esa burocracia se da por descontadas, esa actitud es la misma en ellos a lo largo de la historia. Hubo un alto funcionario estatal de los tiempos de Heladio Ramírez, Diódoro Carrasco y José Murat que abiertamente decía: “Para que les resolvemos ese problema, pues ahora se pelean entre ellos, pero ya en paz podrían volverse contra nosotros”, o sea contra el gobierno.

Esa fue la tónica desde el principio de la historia de Oaxaca, después de la conquista española, cuando el poder virreinal se instauró en nombre de la Corona española. Hay versiones de historiadores que sostienen que los conquistadores vencieron no por su superioridad numérica, ni siquiera por superioridad militar, sino por poseer un arma mucho más letal: el “arte” de la intriga.

Enterados los conquistadores de las diferencias, rivalidades, conflictos y odios a muerte entre las tribus originarias, al erigirse en los principales enemigos de la tribu más sanguinaria que eran los Aztecas (aquellas guerras floridas que consistía en ir por mancebos de otras tribus para ofrecerles su corazón a sus dioses, no era para quererlos) no les fue tan difícil azuzar a sus enemigos para ofrecer un numeroso frente común apabullante.

Por eso es que según nuestro amigo “Memo” Villa, su padre el escritor José María Bradomín decía al español de apellido Ugartechea, dueño del “Bar Jardín” de la ciudad de Oaxaca, hace varias décadas: “La conquista la hicieron los indígenas y la independencia ustedes, los españoles”.

El divide y vencerás, esa antigua máxima se instauró como política de Estado desde la conformación de la Nueva España, las rivalidades entre tribus no sólo no fueron combatidas por los nuevos poderosos, sino fomentadas y multiplicadas. En el reparto de las tierras, en la división territorial de los pueblos, de manera intencional se encimaban los límites, se empalmaban los terrenos. De esa manera no había unidad y no la hay aún hoy que continúa exactamente la misma política con la aparente ineptitud de la Secretaría de la Reforma Agraria (SRA) que se “equivoca” en sus mediciones, como en Chimalapas, donde ha dejado del lado de Chiapas cientos de hectáreas de estas tierras absolutamente oaxaqueñas, aunque ello dentro de otra lógica depredadora.

Estos antecedentes es que propician buena parte de los conflictos por límites de tierra entre pueblos del estado, así como dictámenes erróneos de la SRA y ahora hasta del INEGI, fuera del sentido común con base en los cuales se han emitido resoluciones presidenciales. Y quien se ve beneficiado de cualquier manera pues ya no quiere soltar, tiene sus papeles y aunque las bases sean erróneas, el error está legalizado y háganle como quieran, dicen a menudo.

Jaltepetongo y Tecomatlán tienen 400 años de pelear por tierras, hace 40 años hubo el más reciente enfrentamiento con saldos de muertos del primero pueblo. El paraje Sandichi en disputa es de 615 hectáreas, de las cuales 430 son fértiles. La presión poblacional impele más que nunca al uso de esas tierras, sobre todo de parte de Jaltepetongo donde 400 comuneros con sus familias necesitan donde sembrar para vivir, en tanto Tecomatlán tiene 50 comuneros.

No sólo está en cuestión los derechos y el prurito de la posesión, sino la sobrevivencia de quienes desde hace tantos años recibieron como herencia una carga histórica que a pesar de tanta adversidad los sostiene espiritual y hasta religiosamente pues están dispuestos  a morir por esa tierra; al rezago material se aúna este rezago espiritual. Dan la vida, unos por sembrarla y cosechar, Jaltepetongo; los otros, Tecomatlán, porque no se use hasta que se resuelva la diferencia, o sea, ¿cuándo?, ¿en otros 400 años más? Hay que resolver pronto, con el ánimo de ser compañeros de pobreza impuesta por todos los poderosos en turno desde hace tantos siglos.

Notas al margen: La rebelión dentro del PRI por el “dedazo” del gobernador al favor de uno de los seis aspirantes, Eviel Pérez, continúa. Primero fue Estefan Garfias quien viajó a Tuxtepec para decir que él si podía aspirar a ser candidato a gobernador porque él si tiene “escolaridad”; después José Antonio Hernández Fraguas, dijo que unidad sí pero con quien tenga “militancia y capacidad”; en esta semana Toledo Infanzón declaró al diario Reforma de la ciudad de México: “Hay que parar las cargadas innecesarias. Estamos a cuatro semanas de que se lleve a cabo la selección del candidato y pedimos a las dirigencias local y nacional, y a los liderazgos formales y morales del PRI que asuman la conducción del proceso interno, pero sin dados cargados". Extraño porque el senador no se había manifestado en ese tenor, ¿quién sigue?

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