.- Morena y PRI, divididos, pero sin oposición

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Cuauhtémoc Blas

 

Sin oposición, los dos partidos gobernantes, PRI y Morena, con sus aliados, avanzan en esta contienda por la gubernatura de Oaxaca. Los dos notoriamente divididos. Más notorio en Morena, luego de la larga disputa en los tribunales electorales de Susana Harp. Acompañada de Comuna de Flavio Sosa, finalmente perdieron y fueron echados a un lado de manera ostensible. Están fuera de la, al parecer, inminente rueda de la fortuna del próximo gobierno. No hay, ni de lejos, operación cicatriz sino todo lo contrario: cobro de facturas.

 

El segundo partido político en la contienda, el PRI, aunque muy lejos del puntero, Morena (un 17 por ciento de distancia), parece decir que acepta la derrota, pero a su manera. También dividido, el PRI no ha recurrido a sus miembros habilidosos más conocidos. Aquellos que han envejecido recorriendo las regiones de la entidad y tienen el pulso político de las mismas, quienes conocen a los conspicuos locales.

 

Posee la ventaja el candidato de Morena, Salomón Jara Cruz, de que su adversaria Susana Harp haya decidido disciplinarse, argüir que avanzó con la causa de las mujeres y que esperará a 2028 para que ese avance llegue a su final y pueda ganar el gobierno de Oaxaca. Difícil. Jara pudo repetir como candidato, luego de perder en 2016, porque conservó la estrecha relación con el máximo jefe, López Obrador, así como el control estatal del partido y, con ello, el control de presidentes municipales, diputados y la jefatura del Congreso local. Lo que Harp no tendrá, pues al contrario, le van a cerrar todo, como ya se ve. Quizá no pueda volver a ser ni candidata a concejal.

 

El equipo priista de Alejandro Avilés Álvarez sostiene un triple error: prescindir de sus viejos y menos viejos cuadros (nuevos no tiene); rodearse de los menos capaces, todos derrotados en las contiendas electorales recientes; y sustentarse en falsas tácticas. En la gira reciente por el Istmo de Tehuantepec, por ejemplo, no se vieron a los priistas destacados de esa región que han nutrido a ese partido y las posiciones de su gobierno. Ni a Francisco García, Jorge Toledo o Martín Vásquez. Vamos, ni al cuentacuentos de Annuar Maffud, se le vio por ahí.

 

Uno de los estrategas de la campaña priista es quien ha conducido a ese partido a la derrota, Héctor Pablo Ramírez-Puga y Leyva. Eso lo hizo en la fracasada campaña de Eviel Pérez Magaña a gobernador, y hace todo por repetir la historia. Su presencia como figura priista principal es contraproducente en las regiones. No es fácil que olviden que no hace mucho los traicionó como candidato a senador por la alianza PAN-PRD-MC, la que perdió. En materia de comunicación, tampoco hicieron buena elección en quien se haría cargo.

 

La escisión de un grupo de cinco diputados de la bancada morenista del Congreso local —vinculados a Flavio Sosa y a Susana Harp—, quienes acusan de manera eufemística a la presidenta de la Junta de Coordinación Política (JUCOPO), Laura Estrada, de ignorarlos olímpicamente, deja clarísimo que no hay ninguna intención de sumarlos, prefieren sumar a Gurrión Matías. Lejos están de la sabiduría de los clásicos: “No quieras vencedor gastar en mí tus flechas/ observa del César, tu pariente, los triunfos felices:/ con la mano que venció, protege a los vencidos” (Ovidio).

 

No es justificable, pero se entiende que los de Morena, con las encuestas a su favor, todos se sientan ya en la silla del poder y desplieguen una actitud de suficiencia, pero que los priistas, quienes tienen todo cuesta arriba, con un partido en franco desplome, se comporten igual o un poco peor, es más que desconcertante. Tanto como su anuncio, apenas iniciada la contienda, de que “caballo que alcanza gana”. Las tácticas tienen sus tiempos.

 

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