.- Asesinatos de periodistas, alentados por la impunidad

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Cuauhtémoc Blas

 

La agresión y el asesinato de periodistas en todo el país parecen imparables. Lo serán mientras persista la impunidad, mientras no se aclaren ni se castigue a los responsables. La impunidad es el motor de tantas muertes. Por eso no sirven los discursos, los bálsamos de que se investigarán, que se llegará hasta las últimas consecuencias, “caiga quien caiga”.

 

México se ha convertido en el país más peligroso para el ejercicio del periodismo, donde no hay una guerra formal, pero sí una de baja intensidad con enormes saldos de muertos: de migrantes, de mujeres (11 feminicidios al día), de miembros del crimen organizado, de ciudadanos inocentes y de periodistas. En lo que van de los últimos 10 días han asesinado a tres periodistas en nuestro país.

 

El asesinato más reciente es el de la periodista Lourdes Maldonado, quien fue ejecutada con un disparo en la cabeza en el estacionamiento de su casa en Tijuana, Baja California. Días antes, en esa misma ciudad y con el mismo modus operandi ejecutaron al fotorreportero Margarito Martínez en la puerta de su casa. En ese transcurso de 10 días, asesinaron a Luis Gamboa Arenas en Veracruz.

 

Estamos ante una absoluta falta de respeto del Estado de derecho; ya no de un desafío, puesto que está visto que el Estado Mexicano carece de la capacidad para garantizar ese Estado de derecho. Asesinar periodistas, así como asesinar mujeres y a otras personas, no es riesgoso, 97 por ciento de impunidad de todos los casos de asesinatos culposos dan a los criminales garantía para sus excesos.

 

El caso de la periodista Lourdes Maldonado ha conmovido a mayor número de mexicanos, pues su caso tuvo gran difusión en los medios de comunicación, por el largo litigio de seis años con la empresa de medios de comunicación propiedad del exgobernador morenista de Baja California, Jaime Bonilla Valdez. También exsenador y ex súper delegado de Bienestar en esa entidad. Incluso, Lourdes acudió a pedir ayuda al presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia Mañanera, en marzo de 2019.

 

Hoy se realizan en casi todos los estados del país actos de protestas de los comunicadores, a los que sería deseable que se unieran ciudadanos y público de los medios. Finalmente, el trabajo de comunicación es para atender el derecho a la información de la sociedad, por la que un gran número de comunicadores ha caído.

 

La impunidad en Oaxaca

 

Oaxaca no es la excepción de esta ominosa dinámica nacional, acá también campea la impunidad hacia las agresiones a comunicadores. Quienes más incurren en estas agresiones son las autoridades municipales, pero estas nunca, nunca son llamadas siquiera a comparecer. Cuando hay denuncias en su contra, la Fiscalía General de Estado siempre han volteado a otra parte y no llama a cuentas a los acusados. Esto para dar un dato de la impunidad institucional.

 

Las fiscalías especiales u oficinas de atención a casos de periodistas no han funcionado, así como todas las mecánicas diseñadas para ese supuesto como el “Botón de pánico”. Incluso llegan a ser los primeros en ponerse contra el comunicador agredido, como hemos visto con el caso de un periodista de Pinotepa Nacional, a quien se le exigió le hicieran exámenes psicológicos para constatar su estado mental.

 

Aunque Lourdes Maldonado había ganado el laudo de su litigio contra la empresa de Bonilla Valdez, existe una reticencia a poner a este en una línea de investigación del caso. El mismo presidente sugirió que no era vinculante un caso laboral con el penal. Del fotoperiodista Margarito Martínez, rápidamente salieron con que su asesinato se dio por peleas entre vecinos por un pedazo de tierra. Hay prisa por dar el famoso carpetazo, con cualquier argumento.

 

Es insostenible la omisión del gobierno federal ante esta cadena de asesinatos, de los gobiernos estatales, de acuerdo a la nutrida experiencia, poco se puede esperar. Para eso debe servir la protesta que se realiza en el país. No pueden seguir asesinando periodistas como si nada sucediera. Si los gobiernos continúan ofreciendo impunidad, seguirán alentando esos asesinatos. De alguna manera son corresponsables de la tragedia.

 

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