.- UABJO, botín de universitarios y gobernantes

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Cuauhtémoc Blas

 

La autonomía de la UABJO le ha servido tanto a la camarilla universitaria que la saquea desde hace más de 40 años, como a los diferentes gobiernos estatales. Ambos la quieren y la tienen derruida, sin conciencia universitaria ni conciencia política.

 

La primera la tiene desmovilizada para saquear su presupuesto, y en los últimos años cobrar de 15 mil hasta 150 mil pesos de admisión, ya sea como cuota de inscripción o venta de espacios de manera dizque informal. Los gobiernos obtienen su primera ganancia al tener una institución acrítica y desmovilizada, además de los negocios que realiza con las autoridades universitarias.

 

Son esos dos grupos quienes se la disputan desde hace un par de años: los grupos porriles y sindicales de Abraham y su familia y amigos contra los del actual grupo gobernante de los Murat. No hubo acuerdos comerciales sólidos, como si los hubo en el sexenio anterior.

 

En el sexenio de Gabino Cué fue pública la colaboración del entonces rector hoy detenido, Eduardo Martínez Helmes, hijo del cacique Abraham Martínez Alavés, con el vicegobernador ex officio de Cué, Jorge Castillo. Los negocios con proveedores, destacadamente los outsourcing, fueron viento en popa.

 

Continuación del control porril

 

El grupo político de la UABJO que la dominó desde los últimos años de la década de los 70 del siglo pasado, con el STAUO del prócer porril, Nahún Carreño Vásquez, dejó de tener el control de la institución en el 2004, con sus últimos rectores Leticia Mendoza Toro y Hermenegildo Velázquez Ayala, al fundarse poco antes el nuevo sindicato, SUMA, de Abraham Martínez Alavés.

 

SUMA ganó ese mismo año su primera rectoría con Francisco Martínez Neri, y desde entonces no la suelta, siguieron: Torres “Pingüino” Valdés, Eduardo Martínez Helmes (hijo del cacique) y el actual Eduardo Bautista, quien al resultar el más fachada de todos ha sido premiado con dos años más luego de vencido su período legal de cuatro años de rectorado, con el pretexto de la pandemia de la Covid-19.

 

Universidad sindical o laboral, gobernada por esos grupos gremiales, con sus bandas de “porros”. Alejada de lo académico, tiene seis sindicatos, de los cuales dos están divididos y actúan como si fueran independientes, de manera que la UABJO tiene al menos ocho grupos que presionan sobre el control de sus cargos, direcciones y los recursos. Tanto es así que la Auditoría Superior de la Federación (ASF) ha señalado la irregularidad de que entre sus rubros de gasto la UABJO destine “Pago por actividades sindicales”, además del total de 500 millones de pesos que no se han comprobado, según auditoría de la misma ASF hasta el año 2018.

 

Cada inicio de año todos esos gremios exigen aumentos y revisión de sus contratos de trabajo. Presionan con paros y hasta huelgas, los cuales no dejan de suscitarse durante el año, de manera que los estudiantes de la UABJO llegan a perder al menos dos meses de su calendario escolar. Esto afecta de manera irreversible su formación, al no cumplirse el programa de estudios. Ello sin descontar que tengan un programa y buenos maestros, pues la mayoría son de asignatura y de escasa calificación.

 

Universidad desmantelada

 

Los maestros eméritos o de tiempo completo fueron reemplazados por los conocidos como “maestros-porros”, que aseguran sus votos al grupo caciquil, junto con los de sus alumnos presionados con calificaciones, fiestas y hasta violencia. Por eso la UABJO se encuentra en los últimos lugares de calidad académica de las universidades del país.

 

Esa es la democracia universitaria y la autonomía por la que dicen que el hoy encarcelado “Chapito”, ex rector Eduardo Martínez, lo han crucificado en la cárcel. Quieren autonomía para seguir gozando de impunidad. Lo único que quieren dar a cambio al gobierno es la gobernabilidad de una universidad acrítica y en ruinas.

 

Todo esto se ha dado a lo largo de más de 40 años con el visto bueno de todos los gobiernos estatales. Lo que universitarios y gobernantes se disputan es el control de la rectoría y de los recursos de la UABJO. Desde octubre de 2020 el gobierno lanzó a su empleado a buscar la rectoría, al notario y subsecretario de administración del gobierno estatal, Gilberto Gamboa Medina. No fructificó, pero la pugna continúa. En diciembre pasado el rector-encargado demandó y cesó a tres funcionarios universitarios que hacían negocios con contratistas ligados al PRI-gobierno. Ahora el “chapito”, quien no solo tiene el problema fiscal sino otras viejas cuentas pendientes, fue detenido por la Fiscalía del estado.

 

La historia es larga, el cacicazgo de Abraham y socios se tambalea. La UABJO ha caído demasiado, hasta llegar a estos límites: sin calidad académica, con un rector espurio y con un desfalco monumental. No tienen fuerza moral para convocar a la defensa de la autonomía, pues lo que eso significa en sus discursos es la defensa de su coto de poder y dinero. No hay a quien irle.

 

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