.- Profesionalizar, actualizar avanzar en el periodismo

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Los estatutos de la APO

 

Cuauhtémoc Blas

 

Parafraseando a Vicente Leñero, quien dijo que no tener periodistas o una prensa libre es un crimen, “pero también profesional, autónoma, independiente, verdaderamente analítica de la realidad y del mundo en que vivimos”. Esto lo escribió en su “Relación de los hechos del atentado contra Excélsior” en 1976, decidido desde el más alto poder político y perpetrado por traidores como Regino Díaz Redondo y su banda mercenaria, quienes se quedaron a envilecer el gran trabajo que desplegaba ese medio, con Julio Scherer al frente.

 

Ese golpe criminal no solo fue para México, tiempo después sabríamos en las aulas por maestros latinoamericanos, que toda la región se quedó sin esa gran ventana que daba voz a esos pueblos en lucha contra sus tiranías y dictaduras. Excélsior era su puerta de comunicación con el mundo, y se les cerró. Otro crimen de los mercenarios y soliviantados, como los llamó Leñero.

 

Después quienes tuvieron que salir de Excélsior fundaron la revista Proceso y otros el Uno más Uno. El primero con tal solidez que aún se sostiene firme y con gran libertad; del segundo solo queda una caricatura. Sostener la independencia, por otro lado, hay que reconocer que es muy difícil, pues se debe lograr independencia económica en una sociedad apática.

 

No es difícil percatarse de la coherencia en los medios de comunicación. En nuestro contexto, por ejemplo, eso se constata al observar que medio nunca hace una crítica al poder ejecutivo, y se la pasa difundiendo los boletines oficiales. Han desarrollado sus capacidades tecnológicas, avanzados en el manejo de técnicas sofisticadas del internet, pero esa envoltura no incluye lo esencial del periodismo: la crítica, el contrapeso del periodismo al poder, sin lo cual no cumple su función.

 

Podemos ver la persistencia y crecimiento de plataformas o periódicos que han sido un éxito como negocio, pero no como vehículo que garantice el derecho a la información de la sociedad. Es decir, el derecho a saber la verdad o lo más cercano a esta. Este asunto es generalizado, todos vamos quedando a deberle a la sociedad, y ni quien escribe se libra de esa deuda.

 

Los estatutos de la APO

 

Hace uno poco más de cuatro años un servidor inició con la responsabilidad de dirigir una gremial local de periodistas. Misma que aún se regía con estatutos y símbolos rebasados por el tiempo. Los símbolos fueron lo menos difícil de actualizar, aunque siempre con resistencias.

 

Lo más largo y arduo fue poner al día los esenciales estatutos. Remontar ese disfuncional sistema de usos y costumbres de votación a mano alzada. Sistema eficiente en los pueblos indígenas para sostener a los caciques. En este trabajó se contó con la asesoría del doctor en derecho, Pedro Ismael Rosas (QEPD), a la sazón asesor de la Asociación de Periodistas de Oaxaca AC. El artículo central es el siguiente:

 

“Artículo cuadragésimo segundo. - La asamblea electoral del Consejo Ejecutivo será convocada por el Consejo Ejecutivo saliente y la Comisión de Honor y Justicia. En dado caso podrá ser convocada únicamente por esta última. Y en caso que no sea convocada por los anteriores podrán hacerlo cinco miembros de la Asociación”.

 

El 11 de mayo de 2019 la actualización de los estatutos fue autorizada por la asamblea, según consta en actas. De esta manera se habría de garantizar el punto importante de la democracia moderna: la sucesión eficiente del Consejo Ejecutivo. Así se puede evitar que a este último se le olvide que es la hora de la sucesión. En ese año se realizó por primera vez la elección con estas nuevas reglas. Se cumplió a medias, solo hubo una planilla. La resistencia es consustancial al cambio. Ojalá no se impongan las ansias de restauración, de retroceso.

 

Finalmente, este diciembre hubo una contienda entre dos planillas, con lo que la disputa se acercó más a la democracia. Falta mucho por avanzar: el establecimiento de las reglas de participación, un padrón estricto de votantes, entre otros detalles. Un punto esencial es ofrecer como gremio, lo que como comunicadores exigimos: la máxima publicidad. Decir que “la ropa sucia se lava en casa”, es pedir la omertá, lo que usan las mafias y pandillas. Estas la necesitan, no así quienes fungen como comunicadores de la sociedad.

 

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