El dilapidador de Loxicha

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Hace años un periodista oaxaqueño se preguntaba “¿Por qué será que los políticos viven de promesas, de proyectos inalcanzables y no se dedican a trabajar sobre algo más práctico?; ¿Por qué siempre andan tras huesos de mayor tamaño y más jugosos, y dejan con un palmo de narices a sus representados?, ¿Por qué prefieren ser mal vistos cuando en la mano tienen la posibilidad de quedar bien con su gente?”

Más de 30 años hace que el columnista istmeño, Gonzalo Ortiz Bielma, se planteaba lo anterior y agregaba: “…la diputación los tiene locos. Se desviven por quedar bien con los gallones del PRI, llevan regalos en oro, trajes de tehuana y una que otra paisana chichimeca para ofrecerla al que sirva de palanca y llegar a la silla de los padres conscriptos, en donde se duerme plácidamente, se levanta el dedo y se cobra una dieta de más de cuarenta mil pesos mensuales.” Esto lo escribió en junio de 1978 (Sol del Istmo) y hoy es tan vigente.

Nuestra realidad regional sigue igual. Un triste ejemplo de esta compulsiva tendencia de los políticos pueblerinos lo padece el municipio de San Agustín Loxicha. Municipio con lo más altos índices de marginación, de los más miserables de Oaxaca, ahí donde la pobreza, que es violencia en sí misma, hizo propicio, según observadores, que se sembrara “la guerrilla”. Desde entonces se ha cuidado que personajes débiles y subordinados gobiernen ese municipio. Han desfilado por ahí administradores municipales que salen millonarios, tanto como los presidentes constitucionales.

Confían que por sus caros servicios de obsecuencia y hasta de delación el gobierno les debe perdonar no sólo el saqueo que hacen de los recursos públicos, sino también hacerse merecedores de otros cargos. Jesús Martínez Mendoza, actual presidente municipal de San Agustín Loxicha, empero, está llevando esta práctica a los extremos.

No tiene Jesús Martínez obra trascendente en el triste San Agustín, sino un catálogo de frivolidades. Para empezar, “Chucho” Martínez, como otros presidentes, adquirió con recursos públicos, por supuesto, una elegante y costosa vagoneta Jeep Laredo que, evidentemente, no es para trabajar sino para pasear. Pero si el dinero es del erario, ¿de dónde sacan el valor para adquirir para ellos vehículos lujosos? El de Santa María Huatulco, Miguel Ángel Olmedo Cárdenas, quien igualmente quiere ser diputado, tiene dos Suburban, obviamente también a costa del erario.

El edil zapoteca de Loxicha, además, se atiende cual auténtico dandi. Presume de surtir su guardarropa en elegantes almacenes de Polanco en la ciudad de México o en la calzada del Valle del municipio de San Pedro Garza García, conurbado a la sultana del norte, Monterrey. En ambas adquiere las prestigiadas marcas de: Armani, Gucci, Dior, Louis Vuitton y Versace. Eso dice.

Por su boca pasan los mejore s vinos y viandas, cual sibarita, pero no sólo eso, sino incluso algunas prominencias de Dorismar, artista de Televisa (presume), con quien apareció fotografiado no sólo en las páginas de sociales sino entre las críticas de los diarios, donde se luce con ella en el antro “La Papaya” de Huatulco. Se sabe por allá que algunas divas, que alguien lleva a Huatulco, se cotizan por salir a pasear con alguien en 20 mil pesos.

Como no hace falta ser muy entendido para saber cómo subir la escalera política y tener impunidad, Jesús Martínez hace lo propio, buscó (con mal tino) la “protección” de dos políticos como sus tutores, a quienes puso a su disposición las arcas municipales: a Héctor Pablo Ramírez P. Leyva (HP) y a José Humberto Cruz Ramos.

Durante la reciente campaña de HP para diputado federal por la Costa, el edil loxicha lo “apoyó” con dos flamantes camionetas Ford, así como una docena de ayudantes de tiempo completo en las giras del priista con cargo a la nómina de San Agustín Loxicha. En esa nómina también figuran ex colaboradores del diputado Cruz Ramos, entre ellos Enrique Sánchez, su ex tesorero de cuando fue edil de Huatulco; José Pineda, su constructor y Eulogio Cruz, hijo de José Humberto, entre otros.

Faltaba más, para eso es el dinero… del pueblo. Sin embargo, la diputación local por el octavo distrito con cabecera en Pochutla, se le está yendo de las manos al dilapidador de Loxicha, pues en una reunión en Huatulco donde quisieron sorprender, con pancartas y acarreados a favor de “Chucho”, al dador de esos cargos, Ulises Ruiz  mostró su disgusto y reclamó a los  “padrinos” la farsa. Poco después cayó José Humberto Cruz Ramos de la diputación local que ostentaba por ese distrito, lo mandaron de subcoordinador de Unidades Móviles. Ello también evidenció la poca fuerza de HP.

Por cierto, una de las pancartas lucía la leyenda que quiere ser eslogan del dilapidador: “Loxicha merece una oportunidad”, en alusión a sus propias aspiraciones. Irónicamente ya le habrían cumplido a Loxicha, pues quien era suplente de José Humberto, Oscar Valencia, ex edil de Loxicha, ocupa ahora el cargo de diputado. Para asegurar algo, últimamente Jesús busca dejar a su hermano Víctor en su actual cargo de presidente, y como “para ser hay que parecer”, Víctor ya maneja un flamante VW Bora color blanco para que desde ahora se vea como todo un elegante presidente municipal.

Quizá ya tengamos ahora la respuesta a la pregunta del periodista de que hablábamos al principio de estas líneas: “¿Por qué prefieren ser mal vistos cuando en la mano tienen la posibilidad de quedar bien con su gente?”

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