* Oaxaca: protección no a periodistas sino a sus agresores

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Cuauhtémoc Blas

Sin una prensa libre, capacitada y veraz la sociedad pierde mucho, pierde nada menos que la posibilidad de tener buena información para tomar sus decisiones. Por eso es necesario proteger doblemente el trabajo de los comunicadores. Por su derecho al trabajo y porque ese trabajo privado es de interés y trascendencia social.

 

No es por un prurito elitista la exigencia de protección al periodista, sino por el valor de dicha actividad, sin la cual no habría información ni elementos de juicio para los ciudadanos. Por eso existen protocolos para su defensa hasta en los conflictos armados.

 

En las guerras, siempre se ha dicho, lo primero que muere es la verdad. Los interesados se lanzan contra la difusión de sus masacres y objetivos siniestros en las guerras formales. Pero hay otras guerras, como esas de baja intensidad que padece Oaxaca.

 

Aquí se trata de grupos que están en guerra contra la sociedad, grupos de intereses, facciosos, de la delincuencia organizada o poderes fácticos como los gremiales, en Oaxaca llámense Sección 22, Sindicato Libertad, CTM, 14 de Junio, Comuna, UGOCEP, etcétera. Algunos escudados en discursos seudo revolucionarios, otros abiertamente mafiosos.

 

Lo más grave de todo es que estos grupos de chantaje político y económico cuentan con la extrema tolerancia, con la venia cómplice de los sucesivos gobiernos de la entidad. Esos grupos violentos se matan, se golpean en sus disputas salvajes y rara vez son detenidos, y si los detienen salen pronto de la cárcel ante sus presiones que ponen a temblar a nuestros político rasos.

 

Son tan temerosos nuestros gobernantes que nada les importa verse así ante sus gobernados, la cosa es que el escándalo acabe pronto, no importa si tienen que transgredir la constitución, las normas, leyes y el más elemental sentido del decoro.

 

Tampoco les ha importado a nuestros gobernantes oaxaqueños que en esta guerra de baja intensidad se agravie a los periodistas, con comunicadores amenazados, golpeados, asesinados. Nunca se ha esclarecido realmente un caso de esos. El caso del periodista de la Costa de Oaxaca Marcos Hernández sigue realmente impune, sólo está detenido el autor material, ¿y él o los asesinos intelectuales?

 

La impunidad que brinda el Estado y los gobiernos a los transgresores golpeadores de periodistas es innegable, está a la vista. Apenas este jueves uno de esos autorizados poderes fácticos de Oaxaca, el seudo “sindicato libertad” agredió de nuevo a la prensa. Así se consignó la protesta:

 

Nuestra compañera Citlali Cid, reportera gráfica del periódico Tiempo, ayer fue víctima una vez más de los poderes fácticos de Oaxaca, y a los cuales la impunidad les permite actuar a su arbitrio.

 

Es inconcebible que en un contexto donde se cuestiona la violencia generalizada a los medios de comunicación, el gobierno muestre incapacidad para actuar apegado a derecho contra esos grupos de poder como es el Sindicato Libertad.

 

Si el Estado no puede ofrecer a la sociedad una clara y contundente aplicación de la ley, ¿para qué sirven más leyes de supuesta protección al periodista?

 

La exigencia de la Asociación de Periodistas de Oaxaca es que la Fiscalía, el gobierno del estado y todos los poderes, apliquen lo que dicta el Código Penal y se castigue conforme a derecho esta enésima agresión cometida contra los periodistas de Oaxaca.

 

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