S 22, lecciones de su elección

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Cuauhtémoc Blas

 

Aunque el IEEPO ya no es lo de antes para las camarillas y grupos políticos magisteriales y partidistas, con la centralización de los servicios educativos y con ello la pérdida del control directo de los recursos económicos, nóminas y demás, la presencia política de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, sigue fuerte. Aún es el grupo político más numeroso y beligerante de Oaxaca y del país.

 

Alrededor del 70 por ciento de la membrecía de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) es de la Sección de Oaxaca. Controlar o al menos tener ascendencia sobre esta gremial es importante para cualquier proyecto de poder político. Sobre todo, en este contexto de posicionamiento de los grupos rumbo a la elección presidencial de 2018.

 

En la búsqueda del poder no hay muchas consideraciones. Sin embargo, no se justifica poner en juego la gobernabilidad desde espacios de la administración pública, como sucede en el gobierno de Oaxaca.

 

El gobierno federal desde la SEP ha tenido que negociar los pasos de su Reforma Educativa. Ello, precisamente, para tener cierta gobernabilidad al evitar las grandes movilizaciones estatales y nacionales. No por nada los egresados de las Escuelas Normales que han realizado su evaluación para obtener plazas de trabajo la han aprobado, ¿entonces quién lleva al pequeño grupo de normalistas a protestar frente del Palacio de Gobierno oaxaqueño?

 

El gobierno en la sucesión de la S 22

 

En los acontecimientos que se dieron en torno a la elección de nuevo Comité Ejecutivo de la Sección 22, se notó, como siempre, la intervención de políticos y funcionarios. Empero, que éstos lo hagan en contra de la gobernabilidad del estado es demasiado.

 

Primero con ese “trabajo” de agitación con los normalistas que rodearon el zócalo y edificio de gobierno; y, paralelamente, al financiar para que el grupo de mercenarios dentro de la S 22, “Los pozoleros”, tomaran el control de la Sección, nada menos que con Germán Salinas Castillejos, el más violento de los “Pozoleros” vinculados al PRI. Es lo que se hizo, sin éxito, desde la Secretaría General de Gobierno de Oaxaca.

 

Este grupo fue llamado “Pozolero” —cuentan los maestros— porque se reunieron con el entonces senador priista y hoy subsecretario de SEDESOL Eviel Pérez Magaña para cerrar su alianza en una pozolería de la Ciudad de México. Por otro lado, también adquirió fama otro grupo magisterial similar, “Los Pelones” al mando de Francisco Villalobos, “Chico Pelón”.

No obstante sus diferencias, ambos grupos han llegado a trabajar juntos, como en julio de 2014 cuando Germán Salinas comandó el ataque a las oficinas del PRI, que presidía entonces el hoy jefe

de asesores del gobernador, Annuar Maffud. “Pelones” y “Pozoleros” hicieron destrozos en esas oficinas. Y más tarde, para desviar la atención al ver que se les pasó la mano ahí, hicieron lo mismo en las oficinas de gestión de Eviel Pérez Magaña en la Colonia Reforma.

 

El error de apoyar a los más violentos

 

Llama la atención que el apoyo de estos políticos y funcionarios priistas de Oaxaca, aliados a Luis Miranda desde la SEDESOL, sea para el ala más violenta de la S 22, con el grupo donde además de Germán Salinas, figuran Othón Nazariega, Jorge Aragón Martínez, Norma Cleyver, María del Carmen Vásquez (“La Jicayán”). Extremistas de la gremial oaxaqueña conocidos por sus acciones violentas y altos salarios que se adjudicaron cuando tuvieron el control del IEEPO.

 

Finalmente, el candidato oficial, Germán Salinas, no logró ni siquiera la segunda posición. Era, a todas luces, un mal candidato, rechazado por las bases. Pero queda un mensaje fehaciente: imponer o tratar de imponer a quien sea socio o cómplice. Cómo se lee en la literatura de los dictadores latinoamericanos, “es un bandido, pero es nuestro bandido”. Lo que si de dan el lujo de realizar en la filas del gobierno estatal.

 

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