Los 150 años de la batalla de Juchitán contra Francia, no importan a diputados

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Cuauhtémoc Blas

 

Para conmemorar los 150 años del triunfo republicano en la Batalla de Juchitán, el Congreso de Oaxaca emitió el 29 de diciembre de 2015 el Decreto 1379 que autorizaba el traslado del Congreso para realizar una sesión solemne en la Ciudad de Juchitán el 5 de Septiembre de 2016 y la instalación de los Tres Poderes en el municipio, nombrando a Juchitán capital de estado por un día. Pero tres días antes con un simple oficio del diputado ixtepecano Adolfo Toledo Infanzón, violaron su propio Decreto y programaron otro acto para el 8 de septiembre en la sede del Congreso, San Raymundo Jalpan. La frivolidad de éste y demás diputados es un agravio a la historia del país.

 

Hace siglo y medio en el Istmo

 

Hace 150 años, el 5 de septiembre de 1866, en el paraje Igú y en la Laguna Biahuidoo de Juchitán, así como en los caminos de El Espinal, Ixtaltepec en el Istmo se dio la batalla contra el batallón de zuavos franceses “Cola del Diablo”, batallón con que las tropas de Napoleón III esperaban liquidar la resistencia en Oaxaca, estado que era casi el último reducto de la resistencia nacional.

 

Benito Juárez sostenía el gobierno de la República en Ciudad Juárez, aquél gobierno itinerante con que defendió la soberanía nacional. Porfirio Díaz, en el sur, se revolvía incansable entre derrotas y triunfos, en una y otra batalla contra los invasores.

 

Los militares franceses lamentaban la existencia de un general como Díaz, estratega que, dijeron, era un gran peligro para el Imperio. Le temían, y cómo no si el estratega militar no sólo aprovechaba las ventajas de conocer el terreno de combate, sino también tenía en un puño el mando de los nacionalistas republicanos del sur, la disciplina, el control.

 

Juárez sin recursos para la guerra

 

No tenía el gobierno de Juárez recursos en las arcas para comprar armas, municiones, y Estados Unidos se desangraba en su Guerra de Secesión y no podía auxiliar a su vecino, lo que aprovechó Napoleón III para tratar de imponer al duque austriaco Maximiliano y su soñadora esposa que acabó loca.

 

Napoleón “El pequeño”, lo llamó el gran escritor francés Víctor Hugo, partidario acérrimo de la causa de los mexicanos animaba: “¡Valientes hombres de México! Resistid a la perfidia y a la traición. Y si lo hacéis, venceréis. Pero sabed que vencedores o vencidos, Francia será siempre vuestra hermana, hermana en vuestra gloria como en vuestra desgracia”.

 

Atento a los combates desiguales en México, Víctor Hugo hizo la crónica de la desproporción en esa guerra. Con el ejército mejor armado y pertrechado del mundo, por un lado, y por el otro lado defensores de la república mal armados. Los republicanos tomaban por aliados los escabrosos terrenos, pantanos, clima y mal tiempo, a donde hacían caer a los invasores y traidores mexicanos que los acompañaban.

 

Lagunas y pantanos fueron aliados de los hombres y mujeres de Juchitán, San Blas Atempa, Unión Hidalgo, Ixtaltepec, Chicapa de Castro, El Espinal y vecinos del estado de Chiapas, entre otros, que enfrentaron en dos ocasiones al batallón francés que se pertrechaba en Tehuantepec.

 

Fracasa asalto a Tehuantepec

 

Desde el 17 de enero de 1866, ese ejército de pueblos intentó tomar por asalto a Tehuantepec, ante la negativa de apoyar la causa republicana contra los franceses, marcharon con el grupo de chiapanecos y la caballería de juchitecos al frente, con Albino Jiménez (Binu gada) y el Coronel Francisco Cortés hacia Tehuantepec donde la superioridad de las fuerzas imperialistas los rechazó y retornaron a Juchitán. La superioridad era abrumadora.

 

Dos días que sacudieron al Istmo

 

Pero ocho meses más tarde, cuando el enemigo que seguía en Tehuantepec tenía que avanzar, fue sitiado por ese mismo ejército casi improvisado de republicanos, en Igú y Biahuidoo, donde muchos franceses se sumieron en los pantanos y aguas cenagosas, empujados por los istmeños. Dos elementos con que explicaron su derrota, el error de no conocer el terreno y el empuje de los republicanos, además de que el doblemente traidor Remigio Toledo, después de traicionar a Juárez abandonó a los franceses en media batalla. Eran más de dos mil soldados extranjeros bien pertrechados contra mil 200 soldados, guerrilleros y campesinos mal armados.

 

Esa fue la primera victoria sobre los franceses, que preparó las victorias definitivas de Porfirio Díaz y su ejército formado en buena parte de oaxaqueños. Las abundantes municiones, 300 rifles, dos cañones ganados en la batalla de Juchitán fueron enviados al General Díaz, así como batallones de artillería, para reforzar la batalla de Miahuatlán. De ahí que los juchitecos destacaran de la batalla que duró el 4 y 5 de septiembre de 1866:

 

“..no solo fue la victoria inicial para el triunfo de la República, sino que también contribuyó a obtener la del 3 de octubre en Miahuatlán con el refuerzo de la artillería, armamento y parque quitados al enemigo en Juchitán el cinco de septiembre. Por otra parte, de no haber sido completamente destrozados como lo fueron los franco-imperialistas en Juchitán, el general Díaz hubiera tenido esas fuerzas enemigas a su retaguardia, cosa que le hubiera imposibilitado o por lo menos demorado sus triunfos en Miahuatlán, La Carbonera, Oaxaca y Puebla”.

 

Congreso de Oaxaca, apático

 

Aún falta colocar esta gesta en su justa dimensión en esta parte de la historia de México. Aunque quizá ello tenga todavía que esperar. Esto por el escaso interés de autoridades y legisladores. Para conmemorar los 150 años de dicha batalla, el Congreso de Oaxaca emitió el 29 de diciembre de 2015 el Decreto número 1379 que autorizaba el traslado del Congreso para realizar una sesión solemne en la Ciudad de Juchitán el 5 de Septiembre de 2016 y la instalación de los Tres Poderes en el municipio, nombrando a Juchitán capital de estado por un día.

 

Pero tres días antes con un simple oficio presentado por el diputado ixtepecano Adolfo Toledo Infanzón, violaron su propio Decreto y programaron otro acto para el 8 de septiembre en la sede del Congreso, San Raymundo Jalpan. Para ellos los actos constitutivos de la historia y carácter nacional carecen de importancia. A pregunta expresa al diputado Adolfo Toledo Infanzón, de cómo le hacían para violar ellos mismos con tanta facilidad sus decretos, dijo “con procesos legislativos”, y dio por terminada abruptamente la entrevista.

 

Que no fueron a Juchitán porque ese municipio vive días de violencia y peligro, dijo otro legislador istmeño, Gerardo García Henestrosa, aunque ambos expresaron que no fue su miedo el motivo de que no hubieran cumplido su propio decreto. De todos modos, que bueno que ellos no estuvieron en su región hace siglo y medio.

 

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