Nuevo cronista de la ciudad

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Bueno Sánchez, hombre de negocios, no de letras

 

Cuauhtémoc Blas

 

Jorge Bueno Sánchez, ¿Cronista de la Ciudad de Oaxaca? Un grillo más de la aldeana política oaxaqueña; pegado a la ubre presupuestal como funcionario del gobierno del estado o como contratista favorecido con su empresa constructora ayer y hoy, COVACO. Con la misma decisión de arbitraria que dejó de lado en vida al único gran cronista de Oaxaca Don Everardo Ramírez Bohórquez, el muy cuestionado Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez, que usufructúa intensamente Javier Villacaña, unge Cronista a quien sólo fue por otro “hueso” más, Bueno Sánchez.

 

Bueno pa´ la lana

 

Enriquecido en el sexenio de Ulises Ruiz, este personaje se mueve en los suyo, con su empresa constructora, beneficiado el sexenio anterior y en éste. Lo suyo es el “bisne” no la cultura. Pero como el poco letrado presidente sedicente licenciado Javier Villacaña (amante de los bodrios monumentales) no cuida ni siquiera las formas, toma decisiones sin siquiera un poco de tacto.

 

Había mejores entre los propuestos, pero fue el “cabildeo” y la imposición lo que se ganó. La designación por dedazo del menos meritorio para el cargo de cronista quedará como otro testimonio de su desastroso gobierno municipal, donde la corrupción abarcó hasta la crónica de la Ciudad.

 

Contexto que explica la imposición

 

Desviaciones que no han terminado aún, faltan cuatro meses, pero empezó con la compra de camionetas blindadas para Villacaña y su familia a precios exorbitantes y, por supuesto, afectando el erario, e inició su conclusión al detener el 31 de julio toda inversión en servicios municipales de Oaxaca de Juárez. Baches sin arreglar, semáforos inservibles, represión a la prensa (con su policía municipal), etc.

 

Ese contexto explica tal decisión que ensombrece más el panorama de Oaxaca. Un cabildo caótico, manejado a placer por quien lo preside, impone como cronista a quien no tiene la calidad para tal cargo. Bueno Sánchez, dedicado a sus negocios sólo empezó a escribir intensamente en los medios a la muerte del cronista anterior. Nada de valía, sólo su tristeza por la desaparición de su amigo y golpes de pecho por la situación actual de Oaxaca. Suficiente para que Villacaña y los otros lo impusieran. Triste y lamentable.

 

Testimonio histórico: un Cronista, no es un subordinado

 

En uno de los testimonios de la serie Indelebles que publica con gran mérito la Casa de la Cultura de Oaxaca, podemos leer la calidad de un real Cronista de la Ciudad. Muy lejos del cortesano que se inclina para obtener no solo favores del poderoso, sino cargos y distinciones.

 

Siendo secretario del Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, Don Everardo Ramírez Bohórquez (a la postre Cronista de la Ciudad de Oaxaca), llegó a dicho Instituto en su campaña rumbo a la presidencia el General Manuel Ávila Camacho. El candidato al ver la estatua del General Porfirio Díaz en las instalaciones del Instituto estalló molesto. Así lo relata Arelia Yañiz en ese libro de Indelebles:

 

“Ante la sorpresa de la comitiva y de los miembros directivos del plantel, y dispuesto frente a esta última ala, el General Ávila Camacho exclamó: ´Cómo es posible que en este recinto del saber se tenga la imagen del dictador, que por cierto dada su poquísima escolaridad, no es digno de estar frente al más grande de los oaxaqueños y de los mexicanos´. El atrevimiento fue tal en la tierra de Juárez y de Díaz, que motivó a don Everardo para manifestar respetuosa, pero enérgicamente: ´Señor General, don Porfirio Díaz no era precisamente un ignorante de poca escolaridad, aquí fue bibliotecario y también impartió como adjunto la cátedra de Derecho Natural; como también en esta gloriosa institución concluyó la carrera de Jurisprudencia, con las más altas calificaciones, faltándole únicamente su examen recepcional, en virtud de que a finales de 1854 tuvo que huir de la ciudad, cuando durante el amañado plebiscito que promovió Antonio López de Santa Anna, y que se realizó en todas las ciudades del país, y cuya finalidad era manifestar en un libro la anuencia ciudadana a la siguiente pregunta: ´¿Debe continuar el actual Presidente de la República en el poder supremo con las mismas amplias facultades de que está investido?´; y en otro libro: ´En caso de que no deba seguir ejerciendo las mismas amplias facultades, ¿A quién debe entregar inmediatamente el mando?´. Contraviniendo las consignas oficiales, que parcializaban totalmente en favor de Antonio López de Santa Anna, Don Porfirio se dirigió al segundo libro, que como es de suponer, aún permanecía en blanco y en éste estampó su firma y su nombre, además del nombre del caudillo de la revolución liberal, don Juan Álvarez; por lo que desde ese día, convirtiéndose en un perseguido político, inició su gloriosa carrera de las armas al lado de los liberales´. Don Everardo, recto y sincero como era, y con cierta sonrisa socarrona, me expresó: ´¡Vaya apuros que sufrió el señor candidato!´” (http://www.casadelacultura.oaxaca.gob.mx/wp-content/uploads/2016/04/Indelebles12.pdf)