Oaxaca, sucesión complicada

Imprimir

Cuauhtémoc Blas

 

El ambiente político se hace cada vez más candente en Oaxaca, en vísperas de ungir cada partido o coalición de partidos a sus candidatos. Los seguidores de los aspirantes hasta enfebrecidos cierran los ojos y cuando se les hace algún comentario que supone dudar de sus consignas espetan: “Fulano va a ser gobernador”. O “eso ya está decidido”, etcétera.

 

Sin embargo, estamos ante una sucesión singular, más complicada que otras anteriores. Sobre todo para el PRI nacional cuyo dirigente máximo primero declaró que necesitaban refrendar al menos sus triunfos en las 9 gubernaturas que hoy tienen, de las 12 que estarán en disputa el próximo año. Más adelante dijo que va por las 12. Bueno, pueden ir lo que gusten.

 

Sinaloa, Puebla, son estados de mayor importancia económica e incluso poblacional que Oaxaca, donde el número de votos a conquistar rumbo a la elección presidencial de 2018 es mayor que acá, pero Oaxaca no deja de tener una importancia central. Aquí se puede decidir la única de las grandes reformas del actual gobierno federal que le queda aún viva y la más importante, la educativa.

 

El gobierno federal priista necesita esta posición, además de impedir que Obrador tenga esta base de apoyo, y de no ganar requiere al menos que gane el PRD-PAN de donde saldría en última instancia un gobernante oaxaqueño melifluo como el actual, a quien puedan persuadir de apoyar y aplicar las políticas públicas federales, y seguir cogobernando Oaxaca como lo hace con el actual gobierno de Gabino Cué.

 

Lo anterior podría suceder si la llamada izquierda (sólo llamada así para ubicarlos) va unida, en coalición con la derecha panista (calificativo también para ubicarlos, pues son lo mismo) contra la combinación de ambos el PRI (partido de derecha e izquierda al mismo tiempo, que es lo mismo e igual de vacuo que los otros).

 

Sin embargo, hasta ahora las señales del jefe nacional de MORENA es que no irá en coalición en Oaxaca con el PRD, lo cual podría ser un error de cálculo para Obrador en sus necesidades de asegurar avituallarse rumbo a la gran contienda de 2018, su último suspiro en su anhelado triunfo y obtención de la presidencia de la república.

 

La apuesta de Obrador con el nuevo partido que creó y que por lo pronto nadie le ha de disputar, fue desplazar al PRD, por eso se salió de ese partido, no para ser rehén de ellos de nuevo. La apuesta sólidamente afianzada en su mesianismo y liderazgo, lo empujaría a una prueba de fuego, a un volado del todo o nada con un candidato propio en Oaxaca

 

Lo anterior no deja de tener sus posibilidades, toda vez que en las elecciones locales el número de votantes se incrementa de manera notable, y el arrastre tradicional del líder moral de MORENA es innegable, pues acá siempre ha ganado en sus candidaturas presidenciales con el PRD. Además, haciendo un sondeo entre algunos personajes políticos de las regiones, la opinión predominante es que con un buen candidato, “MORENA puede pelear el triunfo o al menos darles un buen susto”. Para esto tendría que triplicar su votación obtenida en el proceso federal de este año, donde quedó en la tercera posición, al enviar al PAN al sótano donde tradicionalmente había estado en esta entidad.

 

La disputa sería de tres grandes partidos: PRD, PRI y MORENA, con sus aliados los dos primeros. Hasta ahora todo indica que ninguno tiene definido a su candidato, en esta contienda como en una jugada de naipes cada uno desearía que el otro mostrara sus cartas, antes de decidir. En el PRI casi pueden darse por eliminados los prospectos de los dos ex gobernadores con pretensiones caciquiles Jose Murat y Ulises Ruiz. (http://revistaenmarcha.com.mx/editorial/1766-murat-y-uro-por-el-cacicazgo-diodoro-por-ser-hombre-fuerte.html)

 

Por la necesidad priista de asegurar un eventual triunfo, es muy seguro que el PRI nacional no se arriesgará a impugnaciones que pudieran derrotarlo, el caso de Colima donde el PRI perdió la gubernatura en la mesa, surge como un referente de la independencia del Tribunal Federal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TFEPJF). Así, dejar fuera de la contienda al hijo de José Murat implica también dejar fuera a los abanderados de Ulises, so pena de sumir a este partido en Oaxaca en una tribal guerra interna.

 

Por el PRD José Antonio Estefan acaba de inmolarse al presentarse y votar como diputado del PRI, para después seguirse flagelando con dos aclaraciones de que es representante popular del PRD, en una exhibición que lo liquida pues se exhibe a nivel nacional. El contador Martínez Neri muestra su perfil más que mediano y provinciano sin capacidades siquiera para contender. ¿Quién sería un candidato competitivo de ese partido?

 

Morena tiene hasta ahora a un desprestigiado político como su aparente abanderado, Salomón Jara. Quien aseguraría la derrota de ese partido en Oaxaca, pero es el hombre de Andrés Manuel acá. Benjamín Robles aún busca ser el candidato de ese partido, pero se apresta a asegurar su candidatura como candidato independiente.

 

El PRI que veía cerca la recuperación del gobierno de Oaxaca tampoco tiene un candidato inminente, y tiene en cambio un lastre en contra, a desprestigiados ex presidente municipales que desean volver a explotar ese cargo, David Antonio en Matías Romero y Daniel Gurrión en Juchitán, en el Istmo, así como José Manuel Ricárdez en Pochutla y José Humberto Cruz en Huatulco, en la Costa.

 

Por cualquier lado no se ve nada halagüeño para Oaxaca, la pugna es simplemente por el poder, descarnada y sin propuestas. Todos en pos del pleito por el gran botín que, por cierto, recibirán con la deuda pública más grande de la historia del gobierno que iba a ser del gran cambio democrático.

 

www.revistaenmarcha.com.mx y lc.blas@gmail.com