Centro de Convenciones, insostenible aún

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Cuauhtémoc Blas

 

El Centro de Convenciones no debe construirse en las faldas del Cerro de El Fortín por muchas razones, acá sólo mencionaremos dos: 1) porque agrede el área de un delicado ecosistema; y 2) Porque involucra un confirmado caso de conflicto de intereses precisamente del secretario de Turismo que es quien encabeza este proyecto de construcción con dinero público, José Zorrilla de San Martín Diego.

 

Este personaje de perfil más apegado a la farándula está claro que durante lo que va de este sexenio se ha dedicado más a lo turístico (incluidos sus viajes al extranjero) que al desarrollo económico de la entidad. Su mínimo desempeño en el cargo ilustra el brete en que está metido con su negocio gubernamental en la

 

Secretaría de Turismo y Desarrollo Económico (STyDE). Imbuido del espíritu telenovelero de moda entre los políticos actuales, que inició el presidente Peña, continuó el gobernador de Chiapas y trajo a Oaxaca el director de Cobao, Germán Espinosa, Zorrilla también se ha incluido en esa élite de políticos en romances con actrices.

 

En la gran estrategia de poder del primero, esa táctica dirigida a la sensiblería popular tuvo eficientes resultados electorales, pero a nuestros paisanos políticos de Oaxaca—aunque con ínfulas principescas— no les sirve más que para exhibirse.

 

Viene al caso hablar de lo anterior porque este gobierno del cambio que nada cambió, de sus dos líneas de formación gubernamental, de cuates y de cuotas, no sabíamos cuál de las dos era la peor. Ahora que se acerca a su final estamos viendo que lo es la entrega de parcelas de poder por el concepto de cuates.

 

Era claro que José Zorrilla desde las primeras reuniones del gobierno electo de Cué iba para la Secretaría de turismo, llevaba la voz cantante, su fuerte amistad con el gobernador electo era clarísima, quizá más que con ningún otro. Sin embargo, por las cuotas que exigían los partidos políticos de la coalición triunfadora esa secretaría fue entregada a Alfredo Ahuja, el panista ex edil de Tuxtepec.

 

Sólo unas cuantas semanas duró Ahuja en el puesto, algo muy parecido a una maniobra política lo echó del cargo y, entonces sí, llegó el amigo del gobernante, José Zorrilla. Y de ahí en lo sucesivo todo fue miel sobre hojuelas, para el nuevo secretario, claro. Por supuesto, como heredero de empresas hoteleras sólo se dedicó a lo turístico, del desarrollo económico no se acordó. No se le ha visto promover la instalación de empresas, ni la creación de empleos. En las recientes negociaciones y consultas para la instalación de una gran empresa eólica en el Istmo de Tehuantepec nunca se vio a José Zorrilla, cuando era la Secretaría a su cargo a quien correspondía esa labor. Es claro que el hotelero llegó a la fiesta y los negocios; ¿Servicio público, qué es eso?

 

Las inconformidades contra la STyDE son vastas, sus políticas públicas una burla para Oaxaca. Sus programas de fomento turístico son, en el mejor de los casos, inocuas, en el peor de los casos absurdas. En el primero de estos casos tenemos la puesta en marcha de su programa “Rutas de Oaxaca”, con el eslogan “Tienes que vivirlo”.

 

Políticas de papel con que faltan al respeto a cualquier mediana inteligencia. Ruta caminos del mezcal, Ruta Sierra Juárez, Ruta de la fe Juquila, Ruta de la Costa Oaxaqueña, Ruta Istmo… ¿Qué están creando? Que se recuerde esas rutas tiene muchos años, incluso siglos de existir. ¿Que pongan sobre las carreteras rumbo a esos destinos algunos anuncios de ese su programa de Rutas sirve de algo? Es irrelevante, y no deja de ser absurdo, pero esto último lo es más en su siguiente seudo política pública.

 

En su página de internet el STyDE anuncia sin pudor su política pública de engrandecimiento de la fiesta oaxaqueña por excelencia, la Guelaguetza:

“Hoy son más las comunidades que participan en nuestra máxima fiesta oaxaqueña”. Durante este Gobierno ha aumentado de 36 a 56 el número de comunidades participantes en los Lunes del Cerro”. (http://www.styde.oaxaca.gob.mx/node/60)

 

Casi anuncian que cuando logren incluir a los 570 municipios de la entidad sus méritos de gobierno estarán a plenitud. Evaluar el éxito por la cantidad y no la calidad, esencial en cualquier espectáculo, es un contrasentido, un verdadero absurdo… De ahí se explica la pérdida de calidad de La Guelaguetza.

 

Pero lo que no debió pasar es que este “cuate” en la STyDE sumiera al gobierno de Cué en un problema que lo desprestigia en muchos ámbitos, todo por construir un inmueble aledaño al hotel Victoria propiedad del secretario Zorrilla y de su familia, evidente caso de conflicto de intereses. Nunca debió este gobierno caer en el pozo político en que hoy se encuentra con su proyecto de Centro Cultural (sic) y de Convenciones.

 

Fue fácil para el gobierno del estado alzarse con el triunfo en su forzada consulta para justificar el capricho del amigo, una consulta ilegal e ilegítima desde su concepción, que de paso exhibe a un Instituto electoral subordinado que así pierde aún más la esencial credibilidad que debería tener al ponerse burdamente al servicio del gobierno. Impondrán un capricho insostenible en medio de un lodazal de arbitrariedades.

 

Un magnificado 70 por ciento de una miseria de 9 por ciento del total de padrón de votos a favor del Centro de Convenciones en la consulta del domingo, con eso morirán de risa al haber aplastado según ellos a todas las voces con autoridad moral, académica y científica que cuestionan ese proyecto (UNAM, INAH, SCT, Prooax, etc.) Pudieron adjudicarse el 90 o 100 por ciento del padrón, eso no vale, pues independientemente de lo ilegítimo de una consulta a la que poquísimos concurrieron, las razones científicas no están a discusión ni a votación.

 

Las viejas frases de campaña política de 2010 quedaron en el cesto de basura, “Nunca más un gobierno autoritario”, y dejan como enseñanza a los oaxaqueños pugnar porque no vuelva a darse nunca más un autoritario gobierno de cuates y cuotas.

 

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