Voto nulo, rechazo activo a partidocracia

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Cuauhtémoc Blas

 

“Como todos los partidos son iguales, así como sus candidatos, y como todos llegan a robar votaré por el que pague más caro mi voto”. Expresión de un ciudadano de una región de Oaxaca. De otra región dicen de manera menos sofisticada: “Pues vamos a ver quién da más y por ese votamos”.

 

De manera que las campañas electorales no son lo más importante para ganar adeptos y votos, sino para descubrir en municipios, localidades, agencias, barrios y colonias donde tiene el candidato sus debilidades y fortalezas, más para remontar las debilidades con la compra de votos, al conocer exactamente donde tiene que hacerlo y a qué precio.

 

Los experimentado en “mapachismo”, expertos en trampear el proceso electoral para hacer ganar a su cliente, ubican a dirigentes locales para proveerlo y tenerlo de su lado, y con cuánto dinero dicho dirigente puede moverse para comprar voluntades y votos. Ésta en una de las dinámicas.

 

Despachos de “mapaches”

 

Hay despachos formales que hacen este trabajo sucio de manera profesional, se dan a la tarea de realizar encuestas para dominar el panorama. Así, se enteran quién puede votar por su cliente al “motivarlo” para obtener su voto. Donde no sea adecuado comprar votos por la férrea adscripción de los ciudadanos a algún candidato, encarecen sus ofertas para comprar las credenciales de elector, o más bien rentarlas por un día, el día de las elecciones. Familias enteras reciben decenas de miles de pesos bajo esta modalidad.

 

La perversión del sistema de partidos actual ha degradado todo. Bajo la “buena” y “democrática” disposición de dar cabida en el partido a “candidatos ciudadanos”, entregan esas candidaturas no a cualquier ciudadano sino a quienes tienen la capacidad económica de ganar. En este proceso vimos un caso de ese tipo que fue de escándalo, la flagrante imposición de un candidato externo del PRD a la diputación federal por el distrito de Tehuantepec.

 

Ese partido se exhibió sin congruencia de ningún tipo, menos ideológica pues dicho candidato externo se acercó al PRD al haber sido rechazado por su partido el PRI. Claro, en términos pragmáticos los dirigentes estatales y nacionales de ese partido, además de ganar al otorgar esa candidatura, podrán asegurar más éxitos en el futuro pues ese candidato, Estefan Garfias, de ganar (con la carretada de dinero que ya se sabía contaría) se estaría colocando en la antesala de la candidatura a gobernador de Oaxaca.

 

En la visión del Instituto Nacional Electoral y los partidos políticos que sostienen que todos los ciudadanos deben acudir a las urnas este 7 de junio —colocando como deber cívico votar por cualquiera pero votar—, hacerlo bajo esta dinámica perniciosa es mejor que abstenerse. Y todos los partidos están en esa dinámica referida.

 

Las noticias que tenemos de las regiones de Oaxaca no son para el optimismo, el seudo multipartidismo en México ha propiciado más que una mejor práctica política una degeneración de esta. La degradación de las campañas políticas donde todos los partidos han adoptado las antiguas mañas del PRI ha producido ciudadanos similares, votantes que corresponden de manera directa a la decadencia de los partidos, como ilustran las expresiones ciudadanas con que iniciamos este escrito.

 

Partidos pequeños, lastre

 

La existencia de partidos pequeños parecía un avance de la democracia, en tanto lograban trascender los estrechos marcos ideológicos de los grandes partidos decisorios, sobre todo en las democracias occidentales generalmente regidas por un sistema bipartidista, cuyo ejemplo paradigmático es Estados Unidos. País donde el bipartidismo ha sido infranqueable.

 

Sobre todo en Europa los pequeños partidos fueron una válvula de escape a corrientes diferentes. En España, a los dos grandes partidos, el Popular y el Socialista Obrero Español, se sumaron partidos pequeños. Hay partido Verde, Partido Humanista, Partido Animalista, etc.

 

Sin embargo aun en España y otras partes, esos pequeños partidos han devenido en grupos de interés que van a coaliciones o alianzas con los partidos grandes, sobre todo en segundas vueltas electorales, donde obtienen mucho más de lo que su representatividad merece. Esto se ha convertido en un círculo vicioso al conceder mucho a grupos pequeños que negocian los pocos votos que captan pero que los otros necesitan.

 

Algo así sucede en nuestro país con los partidos pequeños. El Partido Verde, el peor ejemplo, un partido pequeño que es una camuflada sucursal del PRI con que éste capta los votos que ya no puede obtener y necesita para su hegemonía. Como decíamos de los mini partidos, este partido familiar, el Verde, gana así mucho más de lo que lograría por sí solo. Ante la importancia de su utilización, obtiene todo de tipo de beneficios y concesiones, hasta impunidad en sus persistentes violaciones de la ley electoral. Violaciones tan graves que debería ya haber perdido su registro, pero sólo le obsequian castigos y multas que cuando paga lo hace con dinero del erario, dinero que no es suyo.

 

“El sueño de la razón produce monstruos”, dijo Goya, y eso es lo que tenemos hoy en México, pues si el sueño fue tener por fin una democracia, lo que hoy tenemos es una partidocracia que ha pervertido la práctica política hasta el tuétano, ciudadanos y familias enteras “educadas” en la compra-venta de sus votos.

 

Hay quien sostiene que esto no tiene remedio, es probable; sin embargo hay quienes tienen propuestas para combatir a esa partidocracia. La propuesta que ha cobrado más fuerza que nunca es la del voto nulo, la de participar en la jornada electoral, acudir a las urnas y anular el voto, rayando o tachando a todos los partidos.

 

Políticos partidistas afirman que el voto nulo sirve al PRI. En primer lugar, históricamente se ha visto que el voto nulo no beneficia ni afecta a ningún partido en particular, sino afecta a todos en general, es un activo rechazo a la partidocracia.

 

En segundo lugar, cuando se dice que todos los partidos son iguales hay pruebas muy a la vista. El mal gobierno, la corrupción y la ineficacia no sólo es del PRI aunque sea el principal, es de todos: del PRD, con sus casos de Michoacán e Iguala y línea 12 del Metro en el DF; del PAN, con el escándalo de los “moches de los mochos” y 12 años de gobierno federal desastrosos (Fox y Calderón); y los otros partidos pequeños en alianzas en Puebla y Oaxaca que no hace falta ilustrar pues lo estamos sufriendo y resultaron peor que cualquiera del pasado. El voto nulo, no va a cambiar de inmediato este estado de cosas, pero entre más alto sea más fuerte será la crítica, el llamado de atención a un régimen de partidos totalmente separado de la sociedad.

 

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