Campañas, promesas y mentiras de siempre

Imprimir

Cuauhtémoc Blas

 

Arrancaron las campañas para las elecciones federales. De nuevo el repertorio de promesas que nunca se cumplen, de ofertas y mentiras sale a relucir en boca de todos los candidatos y candidatas de cualquier partido. El sistema de partidos en México es avasallante. Precisamente porque la unción de los candidatos y diputados depende enteramente de la jerarquía de cada uno de los partidos, cuando ellos toman posesión de su curul saben que su próximo cargo sólo depende de esa jerarquía partidista.

 

Los legisladores al llegar al Congreso se desentienden de sus supuestos electores, de quienes votaron por ellos, pues saben que éstos no tienen ningún poder para removerlos ni castigarlos. Los electores están inermes cuando su representante le falla o lo traiciona abiertamente. No hay nada qué hacer.

 

Por eso no tiene mayor trascendencia en México que haya o no reelección. Ésta funciona cuando el electorado es quien decide si un diputado trabajó o no en beneficio de la colectividad. En este país la reelección no sirve para premiar o castigar a un político cuando éste depende de su partido y no de sus electores.

 

De ahí que sea hasta peligroso que también los presidentes municipales puedan reelegirse de inmediato. Siendo los dueños locales de los comités municipales de su partido, con facilidad lograrán ser designados de nuevo candidatos, y como manejan a su arbitrio el erario tendrán a placer los recursos para hacer la campaña política más dispendiosa, compra de votos, de funcionarios electorales y hasta de tribunales electorales como ya se ha dado.

 

Nuestra partidocracia ha resultado contraria a cualquier mejora de nuestra democracia. Los partidos se ponen de acuerdo para todo, esa famosa Alianza por México que habría de hacer las reformas para modernizar al país, finalmente resultó una alianza para vender a México. Sólo unas semanas duró la euforia del supuesto éxito. Del Saving México de la portada de la revista Time al Killing México sólo hubo una pausa.

 

Se ponen de acuerdo los partidos también para regalarse cargos. De manera que, por ejemplo, crearon la figura de senadores de primera minoría para que para que aun perdiendo las elecciones, los partidos grandes no se quedaran sin una de esas posiciones, y obtuvieran esa senaduría de primera minoría.

 

Esta partidocracia ya agobia al electorado mexicano. Después de décadas y generaciones las mismas personas, las mismas caras o apellidos continúan enquistados en los cargos. Son los mismos candidatos de ayer y hoy. Eso se da en todos los partidos, pero hoy con la variante de que quienes estaban en otros partidos ahora compiten con el registro de un partido que antes repudiaron y combatieron.

 

No sólo se han despojado de cualquier diferencia ideológica sino del mínimo pudor. Tanto quien renuncia a un partido donde militó durante décadas para usar a otro partido, mismo que sin reservas acepta y lanza a los recién llegados. Hoy vemos a personajes con los apellidos poderosos de antes debidamente reciclados y hasta ultra revolucionarios como Layda Sansores, hija del cacique campechano ex dirigente nacional del PRI Carlos Sansores, a quien se decribe en el número 44 de la revista Proceso ante la pregunta del por qué era sacado el “Negro” Sansores de la dirigencia nacional de ese partido:

 

“Porque Sansores Pérez es un traidor, un desleal, un bandido. Dos veces ha traicionado al PRI; actuó deslealmente con sus amigos –inclusive provocó por órdenes de Luis Echeverría, la caída de Carlos A Madrazo; se ha enriquecido cometiendo latrocinios y hasta es autor intelectual de un asesinato”. http://www.proceso.com.mx/?p=230785

 

Layda, su hija militó primero en ese PRI, obviamente, donde se aprovisionó igual que su padre pero después pasó al PRD, luego a Convergencia (Movimiento Ciudadano), al PT y hoy milita en Morena, donde hoy ofrece largos discursos con ribetes de alta moral. Trémula y dramática actúa desde el Congreso para todo el ámbito nacional. Hay varios personajes de esa índole. http://laotraopinion.com.mx/nota.php?pid=1713

 

Por eso el circo electoral es cada vez menos atractivo para los ciudadanos, por eso crece la simpatía por el voto nulo, como medida para un mínimo castigo a esa partidocracia insensible e irrespetuosa. A diferencia del abstencionismo, el movimiento por el voto nulo se apoya en la participación en la urnas pero con la variante de anular la boleta del voto para decir a todos los partidos que México necesita más democracia no más partidocracia con su actuar arbitrario y caprichoso.

 

Para quienes con el sentido común sostienen que la abstención y el voto nulo convienen al PRI, que cuando éstos predominan el PRI gana, estudiosos y especialistas en el sistema político mexicano han explicado al respecto que no es así. José Antonio Crespos sostiene:

 

“La abstención es sólo una variable entre muchas y no siempre juega a favor del PRI. En 1994 hubo 78 de participación y el PRI ganó por 25 puntos de ventaja. En 2000 hubo 63 de participación y ganó el PAN con 6 puntos de distancia En 2006 hubo aún menos participación 58 y el PRI cayó al tercer lugar. En 2012 hubo 63 de concurrencia y el PRI ganó por 7 puntos de ventaja ¿Cuál es la norma?” http://www.eluniversalmas.com.mx/editoriales/2015/03/75493.php

 

Por su parte René Delgado afirma: “Elegir candidatos y partidos exige por precondición advertir diferencias entre ellos y, hasta ahora, éstas no aparecen en la campaña emprendida. Unos y otros son en extremo parecidos, son -valga la expresión- unos igualados. Rojos, azules, amarillos, verdes, turquesas o naranjas, todos son colores.”

 

www.revistaenmarcha.com.mx y lc.blas@gmail.com