El gobierno absoluto de la S 22

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Cuauhtémoc Blas

 

Nuestro rumbo como sociedad oaxaqueña no podía ser de otro que el mayor caos y la mayor violencia. La máxima de que sin educación no hay civilización se cumple plenamente en nuestro estado. Gota a gota durante 35 años los seudo revolucionarios del Movimiento seudo Democrático del Magisterio de Oaxaca fueron destruyendo el sistema educativo estatal a cambio de obtener todos más dinero. Los dirigentes sus millones de pesos y la base sus miles. Más dinero para un servicio cada vez de menor calidad.

 

De esa manera hemos llegado a esta situación radical. Por todos lados la vida con esta dinámica se ha vuelto complicada; de suyo es difícil ganarse la vida en esta entidad sin industria ni algún crecimiento económico, y más difícil es ganarse ese sustento cuando se cierran aeropuertos, carreteras, calles, oficinas... Los bloqueos, cierres de carreteras y demás agresiones a terceros violentan todo: el derecho a la libre circulación, el derecho al trabajo, incluso a la vida cuando han muerto personas por no poder llegar a recibir atención médica.

 

Decir que aquí menos que en otras partes existe Estado de Derecho no es ninguna exageración; Oaxaca sobrevive inexplicablemente; sobrevive a pesar de sus gobernantes, de su iniciativa privada de iniciativa (ahora aferrada a la ubre del gobierno), de sus grupos de presión y de chantaje, de sus ciudadanos, vecinos, padres de familia, empleados, que reproducen fácilmente las verdaderas enseñanzas de los profes de la S 22 durante tres y media décadas: Cerrar la calle, la cuadra, chantajear como sus maestros.

 

No es casual, entonces, que Oaxaca sea uno de los estados más pobres de México, con un desarrollo educativo e intelectual casi cancelado, lo que no sólo produce personas con escasa educación-civilización, sino también con los peores gobernantes que han desfilado en un afán preeminentemente personalista, enriqueciéndose desmesuradamente, en tanto la mayoría de la gente se sume en la mayor pobreza.

 

La cabeza de una de las familias políticas regionales con presencia nacional, José Murat Casab, con sus propiedades en Nueva York, acaba de ilustrar esta radical polaridad mencionada, el exagerado y hasta grosero enriquecimiento de una deficiente clase política oaxaqueña, contra la más extrema pobreza de regiones enteras indígenas y marginadas de la entidad.

 

El que nada sabe —dicen— nada teme. Si bien un ciudadano educado y cultivado (de cultura) no es garantía de ser buen gobernante, carecer de estas capacidades es peor, pues carece de la menor prudencia y respeto. De ahí la suerte terrible que ha corrido Oaxaca permanentemente en decadencia desde hace más de 35 años, por lo menos.

 

Hay unos cuantos maestros que aceptan, digamos, su culpabilidad en esta debacle de Oaxaca, sin embargo, agregan que la culpa es también de los gobiernos. Lo cual es evidentemente cierto. La índole abusiva de los profes se complementa con la irresponsabilidad de los gobiernos. Pero aquí hay un detalle de singular importancia: se supone que los miembros de la S 22 son maestros, que su trabajo y, por qué no decirlo, su misión es educar, civilizar a los pueblos. De ahí que de ninguna manera su larga y dañina agitación política-gremial de 35 años pueda justificarse, sobre todo porque ellos mandan en el IEEPO, porque ellos son quienes ocupan los cargos de dirección de los niveles educativos. Todo mundo dice que la S 22 es patrón y empleado al mismo tiempo, pero en realidad son más patrón que empleados. Cuando la dirigencia o las tribus de la S22 castigan con el despido a algún rebelde, no hay manera de reinstalarlo, salvo años y años de litigio.

 

Porque ellos mandan en la dirección burocrática y en el sindicato, de haberse propuesto en realidad despertar al pueblo, ayudarlo en sus reivindicaciones, habrían planeado una educación de alta calidad para tener ciudadanos cultos, y no faltar en el mejor de los años el 40 por ciento del de los días de clase, con lo que han producido los más deficientes egresados. Y estos maestros de Oaxaca son quienes reciben los mejores salarios y prestaciones del país.

 

Hoy estamos asistiendo a la derrota ideológica del magisterio o de lo que quiso ser su estratagema para persistir y medrar: la idea de la lucha a favor del pueblo, la búsqueda de mejor educación y democracia. Hoy muestran abiertamente que eso nada les importa. Cual mafia delictiva o con mayor voz que esa grita a la prensa que ellos mandan, que no les importa nada más que ellos. Dicen con todas sus letras que “el gobierno no tiene porque atender las exigencias de la sociedad civil”, la frase que sigue aunque ellos no la digan es: “nosotros mandamos, el gobierno sólo tiene que hacer lo que a nosotros nos dé la gana”. Y así es.

 

Este magisterio no ilustrado, salido de las peores escuelas Normales del país (donde los alumnos mandan y deciden, entre tantas cosas, que 8 es la calificación mínima que su “maestro” puede ponerle) es el que manda en la entidad. Gobierna con un pueblo con escasas capacidades académicas y culturales y con la presión de quizá 70 mil agremiados con sus grupos violentos.

 

Someten a todos con su agresividad y sus excesos. Así, frenéticamente defienden su estatus quo, sus prebendas y privilegios oponiéndose al mínimo cambio. Es más, exigen la aceptación de un plan y ley educativa que nos regrese al pasado indígena con una inexistente pedagogía “comunalista”. La sociedad del conocimiento, con sus adelantos cibernéticos ni siquiera la mencionan, ese pasado indígena grandilocuente y fácil es su estrategia. El eminente investigador y profesor universitario Roger Bartra es quien mejor los ha definido (ver  http://udual.wordpress.com/2013/09/10/roger-bartra-insurgencias-incongruentes/)

 

“La CNTE es una especie de excrecencia del poderoso Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) surgida hace más de tres décadas. Heredó en gran medida la corrupción de su matriz sindical, pero le agregó una cierta dosis de radicalidad izquierdista. La CNTE pertenece al viejo mundo de la cultura nacionalista revolucionaria que lentamente se está desvaneciendo y está contaminada por la putrefacción de una cultura sindical que se resiste a desaparecer del panorama político. Su reacción contra la reforma educativa es el estertor de un magisterio decrépito que se opone a la renovación y a la evaluación de su trabajo (...…) Un mundo en camino de desaparecer es peligroso, pues alberga la desesperación de sectores sociales enervados llenos de rencor. Son seres humanos que sufren una gran dislocación y que deben hallar un lugar fuera del mundo que se deshace”.

 

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