.- Tequio: trabajo para “la ínfima plebe”

Cuauhtémoc Blas

 

Se ha intensificado el uso político del “tequio urbano”. El tequio corresponde a las comunidades indígenas, no a las ciudades. Aunque su punto de coincidencia de uno y otro lugar, ayer y hoy, es que sirve para la sobreexplotación de los oaxaqueños. Veamos.

 

Los conquistadores introdujeron el tequio a los pueblos para explotarlos más, pues se trata de trabajo excedentario, como le dicen elegantemente; gravamen en días inhábiles, incumpliendo con el descanso religioso del séptimo día.
Tequio no es vocablo zapoteco o mixteco sino náhuatl, pero se acomodó a la ambición de los conquistadores. Hoy se sigue acomodando igual, tanto que se lo trajeron a la ciudad para darle otra “explotadita” a los burócratas, del gobierno del estado y del municipio de Oaxaca, y otros. Incluso hasta desinformados ciudadanos, admiradores de las “bonitas tradiciones”, se toman selfis presumiendo que los están agarrando desprevenidos.

 

Estas y otras tradiciones (usos y costumbres) tienen su genealogía u origen en la Colonia. Francisco J. Santamaría, en su prestigioso Diccionario de Mexicanismos, ofrece varias definiciones. Para el autor se trata del aztequismo: tequitl, trabajo. “Gravamen, tarea, faena, tributo, carga corporal que pesaba sobre los indios, esclavizados por los españoles, y en favor de estos mismos”.

 

Diccionario singular este del tabasqueño J. Santamaría, pues, además de significados, ofrece trabajos más amplios, con el contexto histórico dónde tiene su origen dicha práctica:

 

"Acosados sus habitantes por los ganados de los que iban estableciendo por allí sus potreros que les acababan todas sus sementeras, como así mismo por los tequios**. (Gil y Sáenz, Compendio Histórico de Tabasco, 140.) — "Por ser la mayor parte de maceguales (gente como acá decimos de la ínfima plebe), hostigados y ponderosamente gravados del tequio, que es el trabajo de lo que los mandones imponían sobre la debilidad de sus flacas fuerzas". (Fuentes y Guzmán, Recordación Florida, 321.) — "Porque al indio rico que le toca la vez del tequio, le sirve uno de aquellos maceguales". (Id., ib., 358.).

 

Esta explicación de Santamaría revela lo negativo del concepto. Decir que antaño hubo un sistema de tequió malo y que ahora ya es bueno, sería tan incoherente como decir que ahora podría haber una esclavitud buena o un derecho de pernada aceptable. Los testimonios del tequio siempre como daño o perjuicio son vastos.

 

“C. Rica. Gacini, 230: ́Daño, gravamen, perjuicio. Era el trabajo o servicio personal de un día que los caciques y señores imponían a los macehuales o indios y jornaleros. Dicha voz, que la Academia acentúa tequio, procede del náhuatl tequitl, oficio, carga o tequiotl, ejercicio del trabajo. De ella han sacado los hondureños tequir, molestar”.

 

La expoliación no excluía a la mujer, por supuesto: “Tequiar, tr. Obligar al tequio; como se acostumbraba en el anticuo régimen de la servidumbre adeudada, obligando a la mujer a trabajar en determinadas faenas del campo, para ayudar al desquite en la cuenta del hombre, marido, padre o hermano”. (Pág. 1036. Porrúa, 1974).

 

Si hoy el trabajo colectivo del pueblo fuera benéfico para la comunidad, ya no podría llamarse tequio, pues la definición de este es por antonomasia la sobreexplotación, y esta no puede ser “la máxima expresión cultural de beneficio comunitario” con que demagógicamente fue “elevado” a rango constitucional en Oaxaca.

 

En las ciudades donde se pagan impuestos y cuentan con presupuestos para obras y servicios; donde, además, reciben recursos federales, así como en el gobierno del estado, si las autoridades no invierten esos recursos, y se los ahorran con el “tequio”, ¿qué está pasando? Esta dinámica fraudulenta inició con Heladio Ramírez López, prosiguió y actualmente se retoma con similar virulencia. Ahora se agrega el uso arbitrario de otro concepto: gozona.

 

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