El cadáver de la COCEI siguió muriendo

Conservar casas antiguas, nueva bandera en el ocaso

 

En los años 70´s del siglo pasado surgió el espejismo revolucionario de la COCEI con sus imposturas que nosotros siempre cuestionamos, pues lo que evidentemente se cimentaba era un caciquismo algo diferente al que el PRI ejercía acorde a la dictadura perfecta nacional.

 

Tampoco se defiende la continuidad de ese “PRI buela”, PRI viejo, decían, pero hay que destacar la facilidad negociadora de los líderes coceistas, quienes al vender su apoyo al cuestionado flamante presidente Salinas de Gortari, en correspondencia éste los proveyó para urbanizar de un solo golpe a casi todo el municipio, 1990.

 

En esos años un autor destacó que, paradójicamente, lo que sostenía la rebeldía de ese grupo juchiteco, no era una postura revolucionaria moderna sino al contrario, su fuerza y cohesión residía en su índole conservadora, en sus rasgos costumbres y tradiciones, en su pasado. ¿Eso los llevó a caminar hacia atrás?

 

¿Ahora, qué intelectual, qué artista puede sostener toda esa impostura revolucionaria que finalmente no ha impedido la situación violenta, caótica, de franca descomposición social del Juchitán actual? Sin embargo, se beneficiaron de esa falsa postura revolucionaria de los neocaciques, en sus producciones artísticas, literarias, docentes, consiguieron puestos, plazas, comisiones, hasta jubilarse del IEEPO sin trabajar.

 

Obtuvieron becas, premios, coadyuvaron a la creación de premios indígenas nacionales donde se reúnen para obtener esos galardones indigenistas. No se sabe si participan en los otros premios realmente nacionales. Ahora la camarilla cultural se rasga las vestiduras llamándose a engaño por la camarilla política, pero sin soltar lo que ha ganado, cómodamente instalados e instaladas en sus   conquistas y avances.

 

¿Ahora defienden el patrimonio arquitectónico?

 

Viene al caso esto ahora que de nuevo salieron a la palestra para defender el patrimonio arquitectónico del Istmo. Hasta ahora se percatan, cuando desde hace décadas se ha estado demoliendo ese patrimonio. Aceptaban la demolición paulatina pero no la acelerada de hoy.

 

Restaurar y habilitar esas casonas para que resistan los sismos costaría un dineral, los activistas podrían restaurar algunas, para el recuerdo y la historia, ojalá, ellos saben conseguir recursos del Estado, ¿pero la gente común de dónde? Por otro lado, quienes tienen recursos son los que las han derribado para construir casas más funcionales.

 

En el actual Juchitán violento y delincuencial se van a extrañar las gruesas paredes de las viejas construcciones, pues impedían que las balas percutidas por las pistolas y ametralladoras penetraran e hirieran o mataran a alguien, como puede suceder en las casas modernas que si penetran las balas.  

 

Víctor de la Cruz acuñó el concepto de “cadáver embalsamado de la COCEI” con que aún medran sus creadores, del cual formó parte y del que con el tiempo se deslindó.  Le faltó englobar en ese concepto a los intelectuales que hoy reniegan de lo que todavía los beneficia. Algunos conservan sus rentables poses y aún gustan de ver en todo zafarrancho un gran proceso revolucionario.

 

Si los pueblos están en esos linderos de ocaso social, es también porque carecen de genuinas élites intelectuales capaces de ofrecerles alternativas de reivindicación.